domingo, 20 de enero de 2013
Los Escaldos
Los escaldos eran poetas-guerreros vikingos, itinerantes que acudían o seguían a los reyes y los grandes señores. Aunque este arte se desarrolló en el continente, acabó siendo una especialidad islandesa tan apreciada en su propio país como en los reinos nórdicos y las Islas Británicas. Algunos llegaron a tener su propia saga, como Gunlaug lengua de víbora.
Escucharemos a una reina vikinga, Thyre, contar el mítico origen de ese arte que les legó el mismísimo Odín:
“Hubo un tiempo en que las dos razas de dioses, aser y vanir, estuvieron enemistadas. En un determinado momento, hubo un encuentro para hacer las paces. Como símbolo de su reconciliación, pusieron una cuba en medio de todos y escupieron en ella. Más tarde, los dioses, sabiendo que aquella manifestación de la paz entre ambas razas era algo muy poderoso, hicieron con su contenido a un ser, al que llamaron Kvasir y que, con el tiempo, fue considerado tan sabio que no había pregunta que no supiese responder, aunque su principal virtud era el arte poético.
Un día, Kvasir salió a dar una vuelta por los mundos que habitaban los distintos seres. Así llegó a la casa de los enanos Fialar y Galar que, conociendo la historia de su creación, decidieron matarlo. Con su sangre mezclada con miel, llenaron tres recipientes. Y aquel hidromiel resultante era tan poderoso que todo aquél que lo bebía se hacía poeta y sabio, como lo había sido el propio Kvasir.
Poco después, aquellos enanos mataron al padre de un gigante llamado Suttung, al que después tuvieron que entregar todo el hidromiel a cambio de que él no los matase a ellos.
Pasó el tiempo. Un día que Odín estaba viajando por los mundos bajo el nombre de Bolberk, se encontró con un grupo de enanos que estaban segando el campo. Para entablar conversación y algo más, el dios se ofreció a afilarles las guadañas con su piedra de afilar. Viendo lo bien que cortaban después, los campesinos quisieron comprarle la piedra. Ante la negativa de éste, se pusieron violentos hasta el punto de que Odín tuvo que lanzarla al aire. Todos los enanos se abalanzaron inmediatamente sobre ella, pero se cortaron mutuamente las cabezas con sus bien afiladas guadañas. Estos campesinos trabajaban para el gigante Baugi, hermano de Suttong. Como, de pronto, se encontró sin nadie que le segase los campos, aceptó la oferta de aquel magnífico Odín, que prometió hacer él mismo el trabajo de todos ellos a cambio de un trago del famoso hidromiel que guardaba celosamente a su hermano. Baugi prometió ayudarlo a convencer a Suttong.
Al terminar la siega, ambos fueron a su guarida. Pero Suttong se negó a entregar a aquel extraño una sola gota de su preciado hidromiel, aunque accedió a que permaneciera allí las tres noches de cortesía, tal como era habitual con un visitante.
Odín consiguió hacer un agujero en la pared, por el que pasó transformado en serpiente hasta la habitación de Gunnlod, la hija del gigante. Durmió con ella las tres noches, después de las cuales la joven giganta le dejó probar el hidromiel de su padre. Pero Odín no se conformó con un traguito, sino que se bebió los tres recipientes completos.
Una vez que consiguió su propósito, se transformó en águila y echó a volar hacia el Asgard. Los dioses le estaban esperando con sendas cubas, en las que vomitó el hidromiel. No todo se recogió en estos recipientes, ya que hubo una pequeña parte que se le escapó al águila/Odín por el orificio trasero. Esa parte se dice que es la que les corresponde a los malos poetas”.
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