martes, 9 de abril de 2013
LA CASA FANTASMA DE DURANGO...Jo
No hace mucho tiempo que ciertos hechos que ocurrían en la casa conocida por “Casa de los espantos” ubicada en la calle de Victoria de la Ciudad de Durango, fueron el platillo del día en dicha ciudad, habiéndose ocupado de tales hechos hasta la prensa local. Estas conmociones populares nada tienen de raro dada la educación que en lo general han recibido nuestras generaciones.
Es muy común aún en nuestra época que se entretenga a los niños con relatos de fantasmas, espectros, ruidos y otras cosas por el estilo, y tales conversaciones lógicamente inculcan en las tiernas almas un espíritu de superstición que subsiste generalmente con el individuo. Muchos haciendo honor a teorías opuestas a tales supersticiones, manifiestan su incredulidad con entusiasmo, mientras subjetivamente creen a pie juntillas los mágicos relatos de los sucesos sobrenaturales que se cuentan, comúnmente relacionados con tesoros ocultos.
Se decía y se dice todavía, que la casa de los espantos, a pesar de ser muy espaciosa y cómoda y tener asignada una renta relativamente insignificante, no hay quien la ocupe y quienes la han ocupado se han visto precisados a abandonarla de nuevo, pues que suceden allí cosas verdaderamente insoportables.
Ya es la visión de una figura nebulosa de color negruzco que cruza los patiecillos y penetra a las habitaciones helando con su contacto hasta la medula de los huesos. Ya es un peso enorme y sofocante que cae sobre las personas cuando están dormidas; ya el aliento terrorífico que sienten por el oído al transitar por las piezas; a veces los roperos, escritorios y otros muebles, son levantados hasta dos metros del suelo, volviendo solos a su lugar habitual; otras ocasiones truenan dichos muebles como si recibieran una pedrada. Las puertas se abren repentinamente estando cerradas con cerrojos, aldabas y potentes trancas.
Algunas veces apagan la vela a quienes con esta se alumbran para ir de una a otra habitación. Se escuchan ruidos de cadenas de cueros duros que se arrastran, hablan a las personas por su nombres con acento cavernoso, como venido de una tumba y algunos han sido golpeados por manos invisibles; quién ha visto un perro negro, quién un gato, en algún rinconcillo oscuro y cerrando con broche de oro todas estas raras supersticiones están los fastasmas: ya es un sacerdote el que pasea por un corredorcillo haciendo oración; ya un “curro” vestido de negro o bien una señora pálido de aspecto cadavérico que se aparece dando muestras de espanto, ora en actitud de pedir socorro, ora amenazando con sus manos descarnadas arañar el rostro de los inquilinos.
Presumiendo que puede haber allí cuantiosos tesoros, se han hecho exploraciones en distintos lugares, y se cuenta que en cierta ocasión un grupo de espiritistas llevó un “medium” con la idea de ver qué espíritus chocarreros daban allá la broma a los mortales.
Puesto en trance el referido “medium”, se posesionó de su materia un espíritu que dijo ser Heraclio Bernal, a quien, con derroche de valor , suplicaron que se materializara y se presentara en escena. Los investigadores formaron la cadena y se concentraron para ayudar a aquel espíritu a materializarse. Cuando estaban más abstraídos en aquella ocupación, uno de los presentes volvió la mirada hacia el patio y vio una figura nebulosa, de color negruzco y de repugnante aspecto que se dirigía hacia el círculo. Llamó la atención de sus compañeros acerca de aquella extraña aparición y todos corrieron espantados incluso el medium, aunque estaba en trance
Y allí está “La Casa de los Espantos” esperando a un valiente que haga desaparecer el raro encantamiento que la hace inhabitable.
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