Cuentan los indios Hopi de Arizona, EUA, que los Kachina —antiguos espíritus mediadores entre los dioses y los hombres— surcaban el cielo en extraordinarios “escudos volantes” a los que ellos llaman paatuwvota en lengua nativa.
Y según los describen en varias de sus leyendas, estos singulares objetos voladores eran de forma circular, como el escudo de un guerrero, y emitían “un sonido estruendoso (y) un ruido sibilante como el del viento que pasa por un lugar estrecho…”
En uno de sus tantos dibujos rupestres, los Hopi representan a un personaje sentado en uno de esos “escudos voladores”, dando cabal idea de su aspecto relativamente pequeño y maniobrable.
Dibujo hopi de un personaje sentado en un “escudo volador”. La flecha de abajo hace referencia a la idea de velocidad.
Ahora bien, si acaso tales “escudos voladores” señalados por los Hopi podrían inducir por sí mismos —en el marco de la hipótesis del Antiguo Astronauta— a pensar de inmediato en concretos artefactos voladores de alguna clase, resultará más interesante todavía encontrar referencias semejantes en otros tiempos y lugares…
Así pues, llama la atención que en su “Liber Prodigiorum” (Libro de los Prodigios), una suerte de compendio de fenómenos acaecidos entre los años 737 y 9 a.C., el historiador romano Iulius Obsequens haya dejando constancia de la aparición en el cielo de artefactos que él también, al igual que los hopi, describe como “escudos”.
Leemos en la obra citada: (215 a.C.): “Bajo los Cónsules Cneo Servilio Gémino y Gayo Quintio Flaminio (…) en Arpi se vio un escudo en el cielo…” (…) (98 a.C.): “Durante el Consulado de Gayo Mario y Lucio Valerio, en Tarquinio (…) A la puesta del sol se divisó un objeto circular parecido a un escudo, que cruzaba de Oeste a Este”.
Asimismo, estos singulares “escudos voladores” fueron mencionados por el arqueólogo Chi-Pen-lao, de la Universidad de Pekín, al referirse a una enigmática pintura rupestre descubierta por él en China, en 1961. En efecto, encontrado entre muchos dibujos en una galería subterránea debajo del lago Dongting, en la provincia de Hunan, uno en particular representa una rara escena de caza que muestra animales huyendo en una misma dirección perseguidos por hombres armados con lanzas, y por encima de todos ellos aparecen dos extraños personajes, con aureolas en sus cabezas y portando armas desconocidas, suspendidos en el aire y sentados sobre pequeños objetos circulares, semejantes a esos “escudos volantes” de los Kachina…
Dibujo de extraños personajes en “escudos voladores”, descubierto en Hunan, China, en 1961.
Comparativamente hablando, estas semejanzas no pueden menos que despertarnos la curiosidad sobre lo que unos y otros vieron alguna vez… y a su manera describieron como pudieron.
Y en tal sentido, por su manifiesta similitud con tales “escudos que vuelan”, no podemos en modo alguno pasar por alto una muy interesante estatuilla hallada en Veracruz, México, y exhibida actualmente en el DeYoung Museum de San Francisco, California – EUA, que muestra a un raro ser sentado en una especie de pequeño disco volador…
Va de suyo que a estas alturas ya notamos todos claramente el gran parecido que hay a simple vista entre los antiguos artefactos referidos hasta ahora, pero una muy buena idea de qué podrían ser en verdad nos la proporciona un sofisticado vehículo volador diseñado recientemente por la empresa estadounidense Aerofex, que se propone, según afirma su eslogan, “cambiar la forma en que la gente percibe y utiliza el vuelo”.
El artefacto de Aerofex, al que llaman “moto voladora”, viene siendo desarrollado desde 2008, pero se encuentra aún en un fase incipiente —de hecho, el primer prototipo se estrelló contra un arbusto y se incendió a poco de levantar vuelo— de modo que es por ahora nada más que una buena promesa de tecnología futura que vemos a continuación…
Prototipo del vehículo volador desarrollado por la empresa estadounidense Aerofex
Pero en cualquier caso, y especialmente atentos a su peculiar aspecto, no resulta difícil imaginar por ejemplo a un “espíritu Kachina” comandando sus controles… ¿Será pues que nuestra futura tecnología se va acercando poco a poco a la milenaria “tecnología de los dioses”?
Hay cosas que no sólo sorprenden sino que, en efecto, abonan además algunas sospechas. Porque, como he dicho ya en otras ocasiones: si tiene bigotes de gato, orejas de gato y cola de gato, es muy probable que se trate de un gato…
Por César Reyes de Roa, publicado el 4 de Julio del 2013
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