La guerra de África fue un enfrentamiento que se produjo en Marruecos, entre España y Marruecos en los años 1.859-1.860, fue uno de los pocos conflictos bélicos en los que participó España en el siglo XIX. El clamor de la población que produjo esta guerra fue muy grande, en unos tiempos en los que la sociedad española estaba dividida.
Pero hay una batalla de esta guerra que se sobrepone a todas las demás, la batalla de los Castillejos. Se libró el 1 de enero de 1860 y tuvo lugar en los altos y en el valle de Los Castillejos, situado a unos 4-5 kilómetros al sur de Ceuta. Fue en esta batalla cuando entró en acción la genialidad del glorioso general Prim.
El 1 de enero de 1860 el ejército español comenzó su avance hacia Tetuán entre la orilla de la playa y la sierra, por una estrecha franja de terreno. Las tropas marroquís, que estaban posicionadas en lo más alto del valle de Los Castillejos, intentaban impedir el avance español. Fue entonces cuando el general Prim ve ondear ante sus ojos el estandarte de España que conducía un soldado, se lanzó sobre la bandera, la cogió con sus manos, y la envolvió en torno a su cuerpo como si quisera identificarse con ella y llevando su caballo en dirección a las tropas enemigas y volviendo la cabeza a los batallones que dejaba atrás, exclamó con gran exaltación:
- ¡Soldados! Vosotros podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta bandera porque es de la patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas...¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros?¿Dejaréis morir solo a vuestro general? Soldados...¡Viva la reina!¡ Viva España! después de esto, se suspende por un instante la furia de los marroquíes, que contemplan asombrados tan grandiosa figura. Y con esta gran intervención del general Prim, consiguió sin grandes dificultades desalojar al enemigo de sus posiciones, al que obligaron a huir hacia el valle. Tras ello y con el apoyo de la artillería, las tropas de Prim se dirigieron hacia el valle. Tras esto se llegó a un corto período de calma durante el cual Prim reorganizó sus tropas. Lo mismo hizo el enemigo, al que se le unieron un gran número de nuevas tropas de caballería y de infantería. Las tropas marroquíes tenían por objetivo recuperar a toda costa sus posiciones iniciales perdidas, por lo que sus tropas lanzaron sucesivos ataques contra las tropas de Prim, dando lugar a violentos combates que requirieron el apoyo de más batallones españoles para sofocar las embestidas de las tropas moras.
Al atardecer, las tropas españolas habían conseguido todos sus objetivos, con la participación de unos diez mil hombres, desalojaron de sus posiciones a las tropas moras que contaban con el doble de efectivos, cuyas bajas fueron superiores a dos mil, por parte española fueron alrededor de unos cien muertos y quinientos heridos. El ejército marroquí se batió en retirada, dejando libre el camino de las tropas españolas que les llevaba hacia Tetuán.
Por los méritos contraídos en esta batalla, al general Prim, que ya era Conde de Reus, se le otorgó el título de Marqués de Los Castillejos y Grande de España. Su ciudad natal fue Reus, Tarragona, donde se le levantó una estatua en su honor en la plaza que lleva su nombre, "Plaza del general Prim".
Pero hay una batalla de esta guerra que se sobrepone a todas las demás, la batalla de los Castillejos. Se libró el 1 de enero de 1860 y tuvo lugar en los altos y en el valle de Los Castillejos, situado a unos 4-5 kilómetros al sur de Ceuta. Fue en esta batalla cuando entró en acción la genialidad del glorioso general Prim.
El 1 de enero de 1860 el ejército español comenzó su avance hacia Tetuán entre la orilla de la playa y la sierra, por una estrecha franja de terreno. Las tropas marroquís, que estaban posicionadas en lo más alto del valle de Los Castillejos, intentaban impedir el avance español. Fue entonces cuando el general Prim ve ondear ante sus ojos el estandarte de España que conducía un soldado, se lanzó sobre la bandera, la cogió con sus manos, y la envolvió en torno a su cuerpo como si quisera identificarse con ella y llevando su caballo en dirección a las tropas enemigas y volviendo la cabeza a los batallones que dejaba atrás, exclamó con gran exaltación:
- ¡Soldados! Vosotros podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta bandera porque es de la patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas...¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros?¿Dejaréis morir solo a vuestro general? Soldados...¡Viva la reina!¡ Viva España! después de esto, se suspende por un instante la furia de los marroquíes, que contemplan asombrados tan grandiosa figura. Y con esta gran intervención del general Prim, consiguió sin grandes dificultades desalojar al enemigo de sus posiciones, al que obligaron a huir hacia el valle. Tras ello y con el apoyo de la artillería, las tropas de Prim se dirigieron hacia el valle. Tras esto se llegó a un corto período de calma durante el cual Prim reorganizó sus tropas. Lo mismo hizo el enemigo, al que se le unieron un gran número de nuevas tropas de caballería y de infantería. Las tropas marroquíes tenían por objetivo recuperar a toda costa sus posiciones iniciales perdidas, por lo que sus tropas lanzaron sucesivos ataques contra las tropas de Prim, dando lugar a violentos combates que requirieron el apoyo de más batallones españoles para sofocar las embestidas de las tropas moras.
Al atardecer, las tropas españolas habían conseguido todos sus objetivos, con la participación de unos diez mil hombres, desalojaron de sus posiciones a las tropas moras que contaban con el doble de efectivos, cuyas bajas fueron superiores a dos mil, por parte española fueron alrededor de unos cien muertos y quinientos heridos. El ejército marroquí se batió en retirada, dejando libre el camino de las tropas españolas que les llevaba hacia Tetuán.
Por los méritos contraídos en esta batalla, al general Prim, que ya era Conde de Reus, se le otorgó el título de Marqués de Los Castillejos y Grande de España. Su ciudad natal fue Reus, Tarragona, donde se le levantó una estatua en su honor en la plaza que lleva su nombre, "Plaza del general Prim".
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