El Desastre de la Vega de Granada fue un combate librado el día 25 de junio de 1319 en la localidad granadina de Pinos Puente, cerca de la ciudad de Granada, entre las fuerzas de la Corona de Castilla y las del reino nazarí de Granada. También es conocida con el nombre de batalla de Elvira, o batalla de Sierra Elvira.
La batalla supuso un desastre para el reino de Castilla y León, y en la misma perdieron la vida dos de los tutores de Alfonso XI, que gobernaban en nombre del rey por ser menor de edad, y que capitaneban las fuerzas cristianas en la batalla. Los dos tutores fallecidos eran el infante Juan de Castilla, hijo de Alfonso X, y el infante Pedro de Castilla, hijo de Sancho IV y de la reina María de Molina. A la muerte de los dos infantes, María de Molina quedó como única tutora del rey durante un tiempo, hasta que fue acompañada en la tutoría, en 1320, por el infante Felipe de Castilla, su hijo, y por don Juan Manuel, nieto de Fernando III.
En el invierno de 1318 se ultimaron en el Corona de Castilla los preparativos bélicos para la campaña del año próximo contra el reino nazarí de Granada, y el infante Pedro de Castilla, pasando por Toledo,Trujillo, Sevilla, Córdoba y Úbeda, reunió a las tropas que habrían de intervenir en la campaña y se ocupó también de la fabricación del armamento necesario en la ciudad de Sevilla. Encontrándose el infante en la ciudad de Úbeda, decidió apoderarse del castillo de Tíscar, situado en la actual provincia de Jaén, que fue conquistado el sábado víspera de Pentecostés de 1319. (En junio de 1319), mientras el infante Pedro de Castilla se encontraba en Tíscar, las huestes castellanas al mando del infante Juan de Castilla "el de Tarifa" se le aproximaban, ya que éste último había decidido, a pesar de no encontrarse en buena forma física, unirse a su sobrino en la expedición contra los musulmanes granadinos, a fin de impedir que éste último adquiriese más protagonismo en los asuntos del reino.
Infante de Castilla | |
Escudo de armas del infante Juan de Castilla. |
El plan del infante Juan era saquear la Vega de Granada y tomar parte en los triunfos militares cosechados por su sobrino, el infante Pedro, al tiempo que con ello se intimidaba al rey Ismail I de Granada y se causaba el mayor daño posible en su territorio. En junio de 1319, mientras el infante Pedro sitiaba el castillo de Tíscar, el infante Juan, que se hallaba con su hijo Juan el Tuerto en la villa cordobesa de Baena, dejó a éste último a cargo de la defensa de Baena y partió rumbo a Alcaudete, a fin de encontrarse con su sobrino, el infante Pedro, que allí le aguardaba. Reunidos ambos ejércitos en Alcaudete, que según el Padre Juan de Mariana sumaban nueve mil hombres de a caballo y varios miles de a pie, partieron rumbo a la Vega de Granada, arrasando a su paso los campos, talando los bosques y, exterminando o capturando el ganado. El infante Juan se hallaba al mando de la vanguardia de la columna castellano-leonesa, mientras que el infante Pedro se encontraba en la retaguardia, acompañado por los Maestres de las Órdenes de Santiago, Calatrava, y Alcántara, por los arzobispos de Toledo y Sevilla, y por numerosos miembros de la alta nobleza.
De camino a la ciudad de Granada, el ejército cristiano pasó por Alcalá la Real, donde pernoctó y permaneció al día siguiente también. Después, pasando por las localidades de Moclín e Íllora, localidad ésta última que atacaron los cristianos y cuyo castillo pudieron haber tomado, y por Pinos Puente, llegaron un sábado, víspera de San Juan, a las cercanías de la ciudad de Granada, donde acamparon.
El ejército permaneció acampado allí hasta el lunes, día en que el infante Juan sugirió regresar a tierras castellanas, a pesar de la oposición del infante Pedro, que deseaba penetrar más en el territorio enemigo. Sin embargo, prevaleció la opinión del infante Juan de Castilla "el de Tarifa", y ese mismo día emprendieron el viaje de retorno, hallándose el infante Juan al mando de la retaguardia de la columna cristiana, y el infante Pedro al de la vanguardia.
El día 25 de junio, día en que las tropas cristianas emprendieron la retirada hacia sus bases, la retaguardia del ejército castellano-leonés fue atacada en el cerro de los Infantes, situado en el municipio de Pinos Puente, a 16 kilómetros de Granada, por la caballería del sultán granadino, al mando del general Ozmín, que al tener noticia de la retirada del ejército de los infantes, había salido de la ciudad de Granada con una fuerza de cinco mil hombres de caballería y varios miles de soldados de infantería. Sin embargo, en un primer momento, los ataques de los musulmanes se limitaron a intentar provocar al enemigo, mediante pequeñas escaramuzas mantenidas en la retaguardia de la columna cristiana.
Poco después, y a causa del calor, pues era el mes de junio, el ejército cristiano comenzó a mostrarse desalentado, sediento y agotado, y los musulmanes granadinos atacaron con dureza en todos los flancos de la retaguardia cristiana, que se vio así rodeada. En vista de la situación, el infante Juan de Castilla "el de Tarifa", que se hallaba al mando de la retaguardia de la columna castellano-leonesa, solicitó la ayuda del infante Pedro, que se encontraba al mando de la vanguardia del ejército. Las tropas del infante Pedro, atemorizadas y cargadas de botín, emprendieron la huida e intentaron cruzar el río Genil, pereciendo muchos soldados en el intento, a pesar de la determinación del infante Pedro, que intentó hasta el último momento reorganizar a sus tropas y llevarlas a combatir junto a su tío, el infante Juan, cuya situación era desesperada, pues se hallaba necesitado de refuerzos. No pudiendo soportar la desobediencia de sus tropas, que se negaban a combatir, y viéndose impotente ante la situación producida, el infante Pedro:
"Et el Infante Don Pedro metió mano á la espada por los acapdillar, et nunca pudo: et á golpes se tollió todo el cuerpo, et perdió la fabla, et cayó del caballo muerto en tierra".
Mientras en la vanguardia de la columna cristiana perdía la vida el infante Pedro, que contaba con veintinueve años de edad, los musulmanes granadinos mataron a todos los cristianos que encontraron, que, a causa de las elevadas temperaturas y del cuantioso botín que portaban consigo, apenas pudieron defenderse. Asimismo, la Crónica de Alfonso XI refiere que, cuando el infante Juan tuvo conocimiento de la muerte de su sobrino, el infante Pedro:
"...et desque lo sopo el Infante Don Joan ovo ende muy grand pesar, et tan grande fue el pesar que ende tomó, que perdió luego el entendimiento et la fabla, et tovieronlo asi desde mediodia fasta hora de visperas, que nin moria nin vivia".
Cuando los maestres de las órdenes militares, el arzobispo de Toledo, y el obispo de Córdoba, que se encontraban en la vanguardia castellana, fueron informados de la muerte del infante Pedro, al que aguardaban, se dieron a la fuga. Mientras tanto, en la retaguardia, el ejército del sultán granadino saqueó el campamento cristiano y, con el botín obtenido, emprendieron el regreso a la ciudad de Granada. A la caída de la tarde, el infante Juan, que aún no había fallecido, fue colocado sobre un caballo, y el cadáver del infante Pedro sobre un mulo, y el ejército castellano-leonés, cuyos comandantes estaban decididos a replegarse debido a la multitud de bajas sufridas, emprendió la retirada hacia sus bases en la retaguardia. Durante el trayecto nocturno, el caballo que transportaba el cadáver del infante Juan, que había fallecido durante la noche, fue perdido de vista por sus hombres, debido a la falta de visibilidad y a la rapidez de la huida de los cristianos, y quedó perdido en las tierras del rey de Granada.
Mientras tanto, la vanguardia cristiana, que llevaba consigo el cadáver del infante Pedro, consiguió llegar a Priego de Córdoba, desde donde el cadáver del infante fue trasladado al municipio cordobés de Baena, y, posteriormente, pasando por Arjona, a la ciudad de Burgos, donde recibió sepultura en el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos.
Cuando el hijo del infante Juan de Castilla "el de Tarifa", Juan el Tuerto, tuvo conocimiento de que el cadáver de su padre había quedado perdido en las tierras del rey de Granada, envió hombres en su busca, pero, al no encontrarlo, envió emisarios al sultán de Granada, quien ordenó su búsqueda. Una vez hallado el cadáver del infante, fue llevado a Granada y colocado en un ataúd cubierto con paños de oro. Después, el rey de Granada ordenó formar una comitiva, escoltada por caballeros, para conducir los restos del infante Juan hasta los dominios del reinode Castilla y León, donde se hicieron cargo de ellos los emisarios de Juan el Tuerto. El cadáver del infante Juan fue trasladado a la ciudad de Córdoba, desde donde, pasando por Toledo, fue conducido a la ciudad de Burgos, donde los restos mortales del infante recibieron sepultura en el lado del Evangelio del altar mayor de la Catedral de Burgos, lugar donde se conserva su sepulcro en la actualidad.
La derrota castellano-leonesa en el Desastre de La Vega de Granada, nombre con el que se conoce a la batalla, alteró el rumbo de los acontecimientos en el sur de la Península Ibérica durante varias décadas, hasta la mayoría de edad de Alfonso XI.
En el acuerdo de paz que siguió a la derrota castellano-leonesa, suscrito por el infante Felipe de Castilla con los granadinos en la ciudad de Baeza el día 18 de junio de 1320, se acordó una tregua de tres años entre el reino de Granada y el reino de Castilla, que fue rota en 1323. En el Acuerdo de Baeza también tomaron parte activa los Concejos de las ciudades más importantes del sur peninsular, como Córdoba, Jaén, y Sevilla, aunque también intervinieron en la redacción del acuerdo de paz las órdenes militares, cuyas posesiones y fortalezas eran vitales para mantener el equilibrio estratégico entre los ricoshombres y magnates y la Corona. Tras el Acuerdo de Baeza de 1320 se inauguró un período de relativa tranquilidad entre el reino de Granada y el reino de Castilla, que se vio alterado cuando expiró la tregua acordada en Baeza. Por su parte, don Juan Manuel, que actuaba como tutor del rey con potestad en los asuntos murcianos, pactó su propia tregua con el reino de Granada, y su suegro, Jaime II de Aragón, actuó de igual modo.
La muerte de los infantes Juan de Castilla "el de Tarifa" y Pedro de Castilla supuso el ascenso al poder absoluto en la Corte castelllano-leonesa del infante Felipe de Castilla, hijo de la reina María de Molina, de don Juan Manuel, nieto de Fernando III, y de Juan el Tuerto, hijo del infante Juan y nieto de Alfonso X. En 1324 el rey Ismail I de Granada, en una campaña desarrollada rápidamente, recuperó las ciudades de Huéscar, Orce y Galera, cercanas a la actual Provincia de Murcia. Al año siguiente, en 1325, sitió y saqueó la ciudad de Martos, empleando cañones.