sábado, 13 de julio de 2013

BATALLA DEL PUIG (1237?)....Post Jo



En el año 1236 el rey Jaime I de Aragón tomó la decisión de iniciar una ofensiva encaminada a la conquista de la ciudad de Valencia. En las cortes reunidas en Monzón en octubre el rey convocó a sus súbditos catalanes y aragoneses para participar en la nueva campaña. Las tropas se concentrarían en Teruel en primavera del año siguiente. Además, se pretendía que contingente
s ultrapirenaicos participaran también. Para ello el papa Gregorio IX promulgó en febrero de 1237 una bula de cruzada para animar a todos los cristianos a participar en la campaña.

El objetivo inmediato de la campaña de aquel año era establecer una nueva base de operaciones más próxima a la ciudad de Valencia que Borriana, localidad conquistada en 1233 y que era en esos momentos la avanzadilla catalano-aragonesa en territorio valenciano. El rey Jaime decidió que el castillo del Puig de Cebolla (o de Anisa), situado 15 km. al norte de la ciudad de Valencia, era el lugar más adecuado. El plan era sitiar y tomar dicho castillo, e instalar en él una guarnición de 100 caballeros al mando de Bernat Guillem d’Entença, tío del monarca. Dicha guarnición debería resistir durante el invierno en espera de que el rey retornase al mando de un nuevo ejército. “En verano yo volvería y talaríamos Valencia: haciendo cabalgatas y talándola la maduraríamos como una fruta que se quiere comer, hasta que veamos llegada la hora de asediarla” –dice Jaime I en su crónica.

En Pascua (19 de abril) el ejército reunido en Teruel incluía la mesnada real, los contingentes de los nobles aragoneses Eiximén de Urrea y Pedro Fernández de Azagra, y las milicias de Daroca y Teruel. Se decidió no esperar a los rezagados y confiar en que se fueran incorporando sobre la marcha. Camino a Valencia arrasaron los cultivos (talaron) de los términos de Jérica y Torres Torres. Llegados a la llanura litoral valenciana las tropas de Zayyan, rey de Valencia, no se atrevieron a presentar combate en campo abierto, por lo que el ejército aragonés pudo llegar hasta el Puig sin ser molestado. Se encontraron con que los moros habían destruido el castillo y se habían replegado hasta Valencia. El rey decidió reconstruir el castillo del Puig, labor que le entretuvo dos meses. Pasado ese tiempo arribó d’Entença al frente de 140 caballeros. Resultó que el noble había preferido gastar los fondos que le había asignado el monarca incrementando el número de caballeros de su mesnada, pero no le había alcanzado para adquirir las vituallas necesarias para mantenerlos durante el invierno. Don Jaime quedó muy contrariado y tuvo que partir a toda prisa hacia sus dominios en busca de provisiones para la guarnición del Puig. Desde Borriana, Tortosa y Salou envió por vía marítima alimentos que permitirían a los hombres de Don Bernat Guillem d’Entença mantenerse durante varios meses.

La guarnición del Puig quedaba constituida por 140 caballeros más un número indeterminado de infantes (escuderos, sirvientes). En algún lugar he visto mencionada la cantidad de 2.000 peones, pero desconozco que fundamento pueda tener esa cifra.

Zayyan vio claro que Jaime estaba firmemente decidido y no cejaría hasta tomar su ciudad. El ejército cristiano había regresado al norte con su rey, dejando atrás tan solo la guarnición del Puig, mientras que Zayyan tenía congregado todo su ejército desde primavera. Los moros valencianos no volverían a tener una oportunidad como esa: Zayyan se puso al frente de su ejército y marchó contra el Puig.

Era mediados de agosto de 1237 (tal vez el día 15) cuando el ejército valenciano se presentó frente al castillo del Puig a primera hora de la mañana. El Llibre del Fets cifra los moros en 600 jinetes y 11.000 infantes, números que parecen bastante plausibles ya que Zayyan se presentaba con “todo el poder de Xátiva a Onda”. La caballería andalusí de la segunda mitad del s.XIII se dividía en una caballería pesada que imitaba modelos cristianos y una caballería ligera de inspiración norteafricana. Por la narración de acciones de torna-fuye durante el asedio de Valencia podemos suponer que la caballería valenciana sería del tipo ligero en su mayor parte. Si los jinetes eran soldados profesionales (agnad) los peones en cambio eran simples miembros de las aljamas: artesanos y campesinos con poca o nula preparación militar. Estos infantes estaban armados con ballesta o lanza y escudo. La ballesta parece ser el arma favorita de los moros valencianos como demuestra la gran cantidad de nueces de ballesta encontradas en las excavaciones arqueológicas en castillos islámicos de la zona.

Zayyan desplegó en primera línea a su mejores peones, los de Jérica, Segorbe, Lliria y Onda, gente acostumbrada a continuas escaramuzas con los cristianos del otro lado de la frontera. Tras ellos situó la caballería, y en retaguardia el resto de la infantería, de escaso valor militar.



Don Bernat Guillem, alertado por 10 caballeros que había destacado cerca de Valencia, inició los preparativos para el combate. Los defensores del Puig oyeron misa, tomaron la comunión y salieron para presentar batalla en campo abierto. D’Entença consideró que tenían más oportunidades así, ya que el Puig no era una posición inexpugnable, tan solo se trataba de una pequeña elevación sobre el llano aluvial costero, y las murallas del castillo, reconstruidas con apresuramiento, no debían resultar demasiado fiables. Los cristianos se desplegaron en orden de batalla al pié del cerro y esperaron la llegada del ejército de Zayyan.

Los valencianos no se hicieron esperar y se lanzaron al ataque confiados en su superioridad numérica. El empuje inicial de la vanguardia valenciana obligó a los cristianos a retirarse colina arriba. Aprovechando la ventaja de la altura los catalano-aragoneses cargaron recuperando las posiciones iniciales, pero no lograron romper las líneas sarracenas. Frenado el ímpetu de la acometida cristiana los valencianos se lanzaron al ataque dando gritos haciendo retroceder una vez más a los hombres de Don Bernat Guillem hacia los muros del castillo. Desde las almenas los defensores interpretaron ese movimiento como una retirada (además el abanderado de la mesnada había caído). “¡Se retiran! ¡se retiran! ¡están vencidos!” –gritaron. Esas palabras hirieron el orgullo de los caballeros que empezaron a gritar: “¡Vergüenza, vergüenza, caballeros!”, y al grito de “¡Santa María! ¡Santa María!” cargaron de nuevo ladera abajo.

En ese momento la retaguardia mora (los peones menos aguerridos) dieron media vuelta y emprendieron la huida. Al mismo tiempo los caballeros cristianos lograron romper la vanguardia valenciana sentenciando la batalla. El Llibre del Fets no ofrece una explicación para la súbita retirada de la zaga enemiga, dando la sensación de que se debió a una intervención divina. De hecho se atribuyó la victoria a la virgen María consagrándose un monasterio y rebautizando el lugar como El Puig de Santa María. Sin embargo la crónica de Bernat Desclot ofrece una explicación bastante más prosaica.

Al parecer el capitán cristiano había preparado una treta. En la playa cercana estaban varadas tres galeras reales, y d’Entença había dispuesto que todos sus tripulantes, llevando consigo todas las banderas y trompetas de a bordo se unieran a una parte de sus hombres y permanecieran ocultos a la vista de los moros tras la colina del Puig (eso explicaría mejor la cifra de 2.000 peones presentes). Dispuso además que parte de esos hombres montaran en las acémilas de carga disponibles para que, a una cierta distancia, pudieran pasar por caballeros. Cuando los poco experimentados peones de la retaguardia mora vieron aparecer sobre un promontorio lo que parecía un gran ejército cristiano, con caballeros y pendones al viento, pensaron sin duda que el propio rey Jaime regresaba con el grueso de sus fuerzas. Los valencianos que luchaban en la vanguardia se apercibieron de la huida de sus compañeros justo en el momento en el que se les venía encima la carga de los caballeros cristianos. Desde ese instante quedó claro que la victoria se decantaba del lado cristiano.

La retirada de los moros valencianos se convirtió enseguida en una huida desordenada, y los cristianos hicieron una gran matanza durante persecución. Se da el número de 10.000 moros muertos, cifra que parece bastante exagerada. El Llibre del Fets menciona para el otro bando tres caballeros muertos y algunos heridos, mientras otras fuentes cifran los muertos cristianos en cuatro caballeros y siete peones. Los defensores perdieron 86 valiosos caballos de batalla, que el rey se encargó de reponer enseguida para “devolver la operatividad” a la guarnición del Puig. Los moros valencianos no volverán a presentar campaña en campo abierto y la ciudad de Valencia caerá “como fruta madura” la primavera del año siguiente.

LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA...Post Jo

Tribunal eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra la fe. Sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías populares del siglo XII. En 1231 el Papa Gregorio IX la organizó definitivamente, confiando su dirección a los dominicos. Antes de actuar, durante un mes («tiempo de gracia») se efectuaban predicaciones para provocar autodenuncias tras las cuales el arrepentido era perdonado; en caso contrario, se iniciaba el proceso condenándose a los no arrepentidos y a los relapos (reincidentes en la herejía) a diversas penas, hasta la máxima, de muerte en la hoguera. Lo esencial para los jueces era conseguir la confesión de los acusados, lo que condujo, a mediados del siglo XIII, a la utilización de la tortura. Fuera de España, dejó prácticamente de existir en el siglo XV. En España, por el contrario, fue potenciada por los Reyes Católicos, constituyéndose en Sevilla (1480). Abolida por las Cortes de Cádiz(1812), fue reestablecida por Fernando VII, antes de su definitiva extinción en 1834. En América, la Inquisición fue establecida por Felipe II en 1570, y tuvo tribunales en México, Lima y Cartagena de Indias. Sólo tenía jurisdicción sobre criollos y españoles y no sobre los indios.


En 1184 se reunió en Verona un concilio, convocado y presidido por el Papa Lucio III, a fin de adoptar medidas para combatir la herejía, especialmente la albigense, que trataba de imponerse por la fuerza de las armas. El concilio acordó, entre otros extremos, que se reservara a la Santa Sede los juicios de herejía en los que conocería por medio de delegados y tribunales propios. Los obispos, instituidos en jueces y representantes del Papa, deberían fallar las causas de herejía, imponiendo únicamente penas canónicas, o entregando al reo, en caso de contumacia o reincidencia, al brazo secular.


El edicto del Concilio de Verona no fue suficiente para detener el avance de la herejía, e Inocencio III reunió el IV Concilio de Letrán(1215), en el que se decidió la creación de jueces inquisidores especiales, encargados de descubrir y sancionar a los herejes. El primer inquisidor nombrado por el Pontífice fue Domingo de Guzmán, que estableció su tribunal en Tolosa(Francia) hacia 1216. En 1218 la Inquisición funcionaba ya en Alemania, Inglaterra, Italia y España, y se extendía a toda la cristiandad. En 1252 Inocencio IV confió los tribunales del Santo Oficio a los dominicos y franciscanos. Durante la Edad Media la Inquisición alcanzó gran preponderancia no sólo religiosa sino también política, sobre todo en Italia y España. La conducta de algunos inquisidores y su intromisión en las disputas temporales minaron su prestigio. En 1560 fue abolida en Francia. España la implantó en sus colonias en América, los reyes le otorgaron también la potestad civil, y con atribuciones cada vez más restringidas, funcionó hasta 1808, en que fue suprimida por Napoleón; no obstante, tornó a reestablecerse en 1814 y fue abolida definitivamente en 1834.


La Inquisición en América


En relación con una época en que los gobiernos establecidos consideraban la unidad de la fe religiosa como base de su política, el tribunal del Santo Oficio, que gozaba en España de un poder que ni siquiera se detenía ante los miembros de la familia real, fue encargado en América de la policía de costumbres, de reprimir los extravíos de una mística irrefrenada, de extirpar todo retoño del islamismo y del judaísmo, que habían sido eliminados de la metrópoli, y de impedir la entrada del protestantismo en las nuevas tierras. Su instalación en América no fue inmediata a la conquista; Jiménez de Cisneros dio ciertos poderes inquisitoriales a los obispos de Indias en 1517, cuando le fueron denunciados crímenes y delitos de herejía y de apostasía, pero la inquisición peninsular se negaba a delegar sus facultades y pedía que le fuesen remitidos los reos desde las Antillas. La primera designación legal fue la hecha por el inquisidor Adriano en favor del obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, en 1519.


En tiempos del arzobispo Zumárraga(1527-1548) se celebraron autos de fe en México, con 131 procesos(13 contra indios); en uno se reconcilió Andrés Marván, acusado de luteranismo; en otro se reconcilió el judaizante Francisco Millán, y en otro fue condenado el cacique de Tezcoco, Carlos Chichicatécotl, acusado de sacrificios humanos a los dioses aztecas. La muerte del cacique de Tezcoco preocupó al inquisidor general en España, que ordenó una revisión del proceso, y fray Zumárraga recibió advertencias sobre el trato a los indios, contra los cuales se procedió desde entonces con más benignidad, hasta excluirles luego enteramente "por ser nuevos en la fe, gente flaca y de poca sustancia". En tiempos del obispo Montúfar, sucesor de Zumárraga, a mediados del siglo XVI, un italiano fue reconciliado por luteranismo, María de Ocampo por pacto con el demonio, Roberto Thompson condenado a tres años de sambenito por luteranismo, etcétera.

Las Cédulas de Felipe II autorizando el establecimiento del Santo Oficio en América fueron firmadas a principios de 1569 y a mediados de 1570. A fines del siglo XVII comenzó la declinación de este organismo; su actividad se amortiguó en el XVIII, y fue suprimido a principios del siglo XIX.

Según José Toribio Medina, del análisis de unas 1.500 causas juzgadas por el Santo Oficio en América, se especifican los siguientes casos: 243 por judaizantes, 5 por moriscos, 65 por protestantes, 298 por bígamos, 40 por aberraciones sexuales, 140 por herejía, 97 por blasfemia, y 172 por brujería.

El Santo Oficio tuvo tres centros en América: el de México, el de Lima y el de Cartagena(Colombia). En México comenzó a funcionar el tribunal de la Inquisición en noviembre de 1570. Los primeros procesos fueron hechos a extranjeros acusados de luteranismo. De 30 ingleses pertenecientes a la expedición de Juan Hawkins, dos o tres fueron quemados, otros condenados a azotes y siete a servir en conventos; y en el siglo XVI y comienzos del XVII hubo unos 30 juicios contra luteranos y calvinistas. El 28 de febrero de 1574 hubo un gran auto de fe con la presentación de 74 reos, de ellos 36 luteranos; el 8 de diciembre de 1596 los penitenciados sumaban 66, de los que se reconciliaron 22 judaizantes, y fueron quemados nueve en persona y diez en efigie; el 26 de marzo de 1601 fueron presentados 124 penitenciados, cincuenta de ellos judaizantes; se quemó a 10 en efigie y a cuatro en persona; y el más aparatoso de los autos de fe, culminación del período más activo de la Inquisición en Nueva España, fue el del 11 de abril de 1649, con 109 penitenciados y 13 relajados en persona, de los cuales sólo uno murió en la hoguera, Tomás Tremiño de Sobremonte. En 1659 hubo 7 relajados, uno en 1678, uno en 1699, y uno dudoso en 1715. No todos los relajados iban a la hoguera; a algunos, por circunstancias atenuantes, se les daba garrote, instrumento usado para los condenados a muerte.

En Lima se estableció el Santo Oficio en 1570, meses antes que en México. El tribunal limeño organizó vastas redadas contra los protestantes y los portugueses acusados de judaísmo; en 1581 procedió contra Juan Oxemham; Enrique Oxley fue quemado el 5 de abril de 1592; los hermanos Tiller fueron salvados de las llamas y ejecutados por garrote; nueve de los doce marinos de Tomás Cavendish, capturados en Chile, fueron colgados; los restantes se reconciliaron. En la persecución contra los judaizantes portugueses murió en las llamas, el 23 de enero de 1639, el médico de Concepción (Chile), Maldonado Silva, y el acaudalado Manuel Bautista Pérez corrió la misma suerte; en 1688 fue abierto proceso a la revelandera Angela Carranza, de Tucumán, condenada a la reclusión en un convento. Durante los 230 años que funcionó la Inquisición en Lima sólo hubo 30 relajados, y de ellos no murieron en las llamas más que 15. Chile y Buenos Aires estaban sujetos a la jurisdicción del Santo Oficio limeño.

Del tribunal de Cartagena dependían los arzobispados de Santa Fe y de Santo Domingo, y los obispados de Cartagena, Panamá, Santa Marta, Popayán, Venezuela, Puerto Rico y Santiago de Cuba. Comenzó sus tareas en 1611 y tuco menos oportunidad de destacar su actividad que los de México y Lima; entendió generalmente en causas de brujería, blasfemia y bigamia, y los autos graves, como el que llevó a la hoguera al inglés Adán Haydon, fueron muy raros. La población colonial protestó con frecuencia de los procedimientos del Santo Oficio, y por otra parte las autoridades y el clero se quejaban de su ineficacia.

La extensión enorme de los territorios comprendidos en las jurisdicciones de los tres tribunales del Santo Oficio hizo que las causas demorasen a veces muchos años y entre tanto los acusados tenían que permanecer en las prisiones de la Inquisición. En la época del enciclopedismo y de librepensamiento, el Santo Oficio habría encontrado amplio campo de acción, pero cuando esa ideas penetraron en América por los más diversos caminos, la Inquisición había perdido su omnipotencia y sus intervenciones se volvieron cada vez más raras. Se destacó en sus últimos años como instrumento de dominación política.

Referencia: Santa Inquisición, definiciones e historia, Santa Inquisición en América

FANTASMAS EN EL MUSEO....




Si hablamos de barcos fantasma, casas encantadas o enclaves malditos, por regla de tres deberían añadirse las presencias de ultratumba que se pasean por museos y edificios afines. Contra todo pronóstico, las manifestaciones sobrenaturales de esta índole abundan mucho más de lo que cabría suponer, aportando anécdotas y curiosidades muy dispares.









Los términos espectro o fantasma, en los ambientes museísticos, para nada resultarían desconocidos. No en vano, con tal denominación se conocen a los ladrones de guante blanco especializados en robar obras de arte y otras piezas de valor conservadas en tales centros. A un nivel oficioso, también suele calificarse de fantasma –por parte de los subordinados– a una minoría importante de funcionarios adscritos a dichas dependencias.

Bromas aparte, el problema reside cuando alguien detecta una aparición espectral, precisamente en un lugar dedicado a conservar el arte o la historia del pasado. Y si resulta que esas manifestaciones se repiten, en ocasiones frente al público, es cuestión de tiempo que lleguen a los medios de comunicación, tratando la noticia con diverso grado de seriedad. Claro está, siempre que no acabe interceptada por los servicios de seguridad del museo o los poderes institucionales.

El enfoque para tratar el asunto depende en gran medida de la visión política o intelectual de cada país; como ejemplo, la exposición que a mediados del 2005 dedicó el Museo Metropolitano de Nueva York a las fotografías de fantasmas. Cerca de 300 imágenes, divididas por periodos históricos, ofrecían una visión del fenómeno bajo la supervisión de la Sociedad Norteamericana de Investigaciones Psíquicas, brindando al visitante teorías e interpretaciones de diversa índole.





En el extremo opuesto, sorprende la decisión de Consejo Musulmán de Malasia, al decretar en 2006 una Fatwa –edicto religioso– prohibiendo cualquier exposición relacionada con fantasmas, genios y similares. El origen de la decisión estriba en la muestra que se organizó en un museo de Kuala Lumpur, donde se exhibían figuras paganas y restos funerarios. En palabras del Dr. Abdul S. Hussain, director del consejo, se debilitaba la fe en el islam, fomentando la superstición y la creencia en lo oculto.

Dentro de un término medio cabría situar la exposición “Espectros de la ausencia”, inaugurada por el Museo Banco de la República de Bogotá (Colombia) el pasado 7 de marzo. El evento reunió una colección de artilugios y extravagancias que durante los siglos XVIII y XIX se usaban en los teatros para recrear seres de ultratumba. “En el arte contemporáneo la participación del espectador es cada vez más necesaria”, explicaba a la prensa José Ignacio Roca, comisario de la exposición: “Y la atracción por lo sobrenatural nos obliga a considerar este tipo de reclamos”.

En honor a la verdad, la interacción entre museos y supuestas apariciones del más allá viene estudiándose desde bastante tiempo atrás. Hacia 1830, el escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne vivió una experiencia de ultratumba en el club Atheneum de Boston, una entidad cultural que a la sazón albergaba piezas de coleccionista. Hawthorne solía sentarse a diario en la biblioteca junto a un reverendo apellidado Harris, pero las estrictas normas de la entidad impedían charlar en el recinto.

Un buen día, el bibliotecario le informó que el tal Harris había fallecido meses atrás, lo cual no le impidió al autor de La letra escarlata toparse con él a la mañana siguiente, leyendo el periódico. Por lo visto, nadie excepto el escritor se percató de su presencia durante todo aquel tiempo, dando la impresión de que aquella vez el finado deseaba transmitirle un mensaje. Si tal era su intención, fue en vano por culpa de la normativa antes citada. “Difícilmente podríamos entablar una conversación, puesto que nadie nos presentó antes de manera formal”, ironizó el literato, quien silenció el incidente por temor a que se cuestionara su cordura. No obstante, quiso investigar por su cuenta lo sucedido hasta llegar a una conclusión: los seres vivos dejan su impronta en los lugares que frecuentan, al igual que sus objetos personales, impronta que pervive incluso después de fallecer.




Los museos de la muerte

Los casos donde se observan fantasmas en las dependencias de los locales referidos, hoy por hoy, se cuentan por docenas. Sin ir más lejos, las historias referentes al madrileño museo Reina Sofía de Arte Moderno, o el relativamente cercano Palacio de Linares, son harto conocidas por los apasionados de la parapsicología. En el mismo orden cabría evocar la Casa Museo Yusuf Al Boreh, de Cáceres –véase ENIGMAS, núm. 142–, uno de los más recientes que se han dado a conocer.


Pero, de establecerse un ranking mundial de apariciones, la palma se la llevaría el Museo de Tumbas y Panteones de Juan de Veracruz, en el Estado de Querétaro (México). Inaugurado en 1967 sobre un cementerio ya saturado, en su superficie se apilan más de 400 lápidas, nichos compartidos y esculturas afines, encargados por las familias pudientes del lugar. Especialmente destaca la fosa común, donde reposan los restos de centenares de niños, víctimas de epidemias infecciosas.


A diario, los espíritus de los pequeños corretean por los callejones toda vez cierran las puertas, según testimonian los guardas nocturnos, hasta el extremo de habituarse a sus chiquilladas. Tampoco faltan los fantasmas adultos, más discretos, aunque su presencia queda registrada por igual gracias a cámaras y grabadoras. “Conviene recordar que numerosos nichos se adquirieron a perpetuidad, y puede que a sus ocupantes no les guste el público”, recalcaba a la prensa Norma Caballero, conservadora principal de las instalaciones, con motivo del aniversario de su fundación.






Otro caso de “museo de la muerte” se da en Huntsville (Texas), donde se alberga un centro dedicado a la pena capital y a quienes sufrieron esta condena. Cadenas, grilletes y ropas de presidiario ocupan parte del recinto, mientras que en otras salas se almacenan los utensilios empleados para ajusticiar a los presos, con abundante material fotográfico. A unos cuantos se les considera “malditos” por su uso, ya que al manipularlos para su traslado ocasionaban accidentes inexplicables.













De entre las piezas exhibidas, los responsables del lugar señalan con orgullo a una silla eléctrica bastante especial. Nada menos que 312 ajusticiados perecieron carbonizados con ese instrumento, antes de que la ley aprobara la utilización de la “jeringa letal”. Para añadir algo de morbo, los guías aseguran que, en la oscuridad, tan siniestro mecanismo todavía despide electrizantes descargas, aunque no se tiene constancia –por ahora– de que atacase a un miembro desprevenido del personal.






Con tintes más aciagos se recuerdan los sucesos del Museo Nacional de Historia Natural de Santiago de Chile, en particular el calvario sufrido por su antigua directora, la antropóloga Grete Monstny. Jamás se atrevía a caminar de noche por los pasillos, ya que se veía azotada por una multitud de alas que le dejaban numerosas heridas. En 1970, al instalarse la luz eléctrica, se resolvió el misterio al descubrirse grandes bandadas de murciélagos que anidaban ahí dentro. Aquella solución acarreó el inicio de otro enigma no menos sobrecogedor. En la sala central del museo se detectaron ruidos procedentes del subsuelo, justo debajo de una gran ballena azul disecada. Los golpes aumentaron en ritmo e intensidad, sumándose otras manifestaciones sobrenaturales, póngase por caso, nieblas repentinas y descensos notorios de la temperatura. Varios parapsicólogos se interesaron por la cuestión, dedicándose a investigar la historia del edificio, hasta encontrar que la sala sirvió como “hospital de sangre” a principios del siglo XIX.






Levantadas las baldosas de la sala, no tardaron en encontrar los esqueletos de varios fallecidos que recibieron cristiana e inmediata sepultura. Sin embargo, los golpes persistían. La pieza que faltaba a aquel rompecabezas paranormal la proporcionó una de las últimas adquisiciones del museo: la momia de un poderoso cacique, que en vida fue un mago de notorio poder, en opinión de las leyendas locales. Su llegada coincidió con los incidentes antes descritos.






Teorías fantasmales






Las circunstancias que envuelven al fenómeno acostumbran a entorpecer la búsqueda de explicaciones plausibles, máxime si se entrecruzan intereses administrativos. Un paradigma del velo de silencio impuesto lo conforman los sucesos vividos en el Museo de Historia de Tenerife (Islas Canarias), donde la presencia de una entidad apenas mereció la atención de los medios de comunicación, si bien fue estudiada por investigadores locales.






El edificio, de vieja planta, fue la vivienda de un próspero comerciante genovés que vivió a finales del XVIII, quien decidió concertar un matrimonio de compromiso para su hija única. La muchacha no deseaba casarse, y se suicidó arrojándose a un pozo. Dada la prohibición de que sus restos mortales descansaran en el camposanto, la familia optó por enterrarla en la propia residencia, empezando de esa forma los problemas.


“Si alguien muere de manera violenta, es frecuente que aparezcan fantasmas a posteriori –advierte el parapsicólogo Andrés Barros Pérez–, y también porque en vida dejaron algo por hacer”. En la situación que nos ocupa, esa presencia dejaba sentir su frustración moviendo vitrinas, enfriando la temperatura ambiente o paseando ruidosamente. Y lo que sería peor: sin aceptar que ya abandonó el mundo de los vivos pero disfrutando con el miedo que genera.






Usualmente estas entidades incorpóreas acostumbran a entrometerse con los trabajadores habituales en lugar del público visitante. Razones que justifiquen dicho comportamiento no abundan demasiado, excepto que su presencia diaria en las dependencias provoque, tal vez, una familiaridad “sobrenatural”. Raras resultarían las excepciones a esta singular regla, si bien podría hablarse de una, con ciertas reservas, localizada en el Museo Catedralicio de Mondoñedo (Lugo).






De acuerdo con informaciones recientes del rotativo La Voz de Galicia, una visitante de nacionalidad peruana se desmayó tras descubrir a una pareja de monjes fantasma caminando por un pasillo. Tiempo después, el parapsicólogo Manuel Platas, y el experto en psicofonías José María Pardo se desplazaron al museo sin encontrar nada fuera de lo normal, excepto las altas temperaturas a causa del clima estival. La consecuencia directa del incidente se saldó con una espectacular afluencia de espectadores.















“Posiblemente, puede que en todos los museos del mundo vivan fantasmas –sentencia la periodista e investigadora Teresa Varas– porque allí se guardan enseres y objetos personales muy ligados a sus propietarios”. No en vano, cabría preguntarse si las costumbres de algunas civilizaciones antiguas de enterrar al muerto con sus bártulos más queridos, después de todo, obedezca a la intención de evitar indeseados regresos, aunque fuesen en espíritu.




Fuentes:





(TEXTO APARECIDO EN ENIGMAS 143)


Álex Muniente


http://www.akasico.com

EL OTRO FRANCO...Jo

Ramón, el hermano de Franco que batió dos récord mundiales de aviación


Si se hace un repaso por las decenas de atributos que vienen a la mente al escuchar la palabra Franco, probablemente lo último que cabría pensar es que alguien con este apellido pudiera estar relacionado con la facción republicana o con Esquerra Republicana de Catalunya. Sin embargo, sí es posible, y es que, aunque esta ideología política no se corresponde con la del Generalísimo, si lo hace con la de su hermano Ramón, un aviador que, entre otras cosas, amenazó con bombardear el Palacio Real para acabar con la Monarquía.
Ramón Franco tiene en su haber el récord mundial de distancia recorrida en un vuelo con escalas a bordo del hidroavión «Plus Ultra» en 1926 e, incluso, haber obtenido un acta de diputado por el partido Esquerra Republicana de Catalunya en las elecciones de 1931. Sin duda, una vida que contrastaría radicalmente con la de su hermano Francisco.
«Ramón Franco Bahamonde nació en El Ferrol, a las 15,30 horas del 2 de febrero de 1896», explica el periodista yescritor José María Zavala en su libro «Franco, el republicano». El niño vendría al mundo a penas cuatro años después que su hermano mayor Francisco, con el que nunca mantuvo una muy buena relación. «Ramón no se llevaba muy bien con Paquito, a quien consideraba un poco estirado y criticaba siempre por comportarse como el niño bueno de la familia», explica el experto.

Guerra del Rif


Ramón no tardó en adentrarse en la carrera militar siguiendo los pasos de su hermano. De hecho, recibió su primer destino con apenas 18 años: «En 1914 el segundo teniente Ramón Franco fue destinado al Regimiento de Infantería de Zamora nº 8».
Como todo militar español de la época, su prioridad fue ascender cuanto antes, y la forma más rápida era entrar en batalla. Por ello, decidió hacer todo lo posible para que le enviaran a Marruecos, donde España libraba una guerra para intentar mantener el territorio que le había sido cedido en el norte de África.

«Ramón sabía muy bien que su fiebre de ascenso sólo podía curarse en Marruecos, donde los vehementes y ambiciosos tenientes como él lograban con cierta facilidad las tres estrellas de capitánsi salían con vida de un combate cuerpo a cuerpo o resultaban heridos de consideración en alguna escaramuza».
Sus sueños de combatir y sangrar por España se hicieron pronto realidad. «El 15 de abril de 1916 figura con relieve en la hoja de servicios de Ramón Franco. Aquel día tuvo lugar su bautismo de fuego (…) al ocupar las arriesgadas posiciones de Amersan», determina el experto. Esa tarde, el ferrolano demostró su valentía durante un combate cuerpo a cuerpo que mantuvo contra los rifeños. Su arrojo le valió el apodo de Chacal y una Medalla Militar.

Dos Francos, dos actitudes opuestas


Pero, pronto descubrió una nueva afición que le hizo cambiar el fusil por los mandos de un avión. «Ramón recordaba los tiempos recientes en que volar era casi un milagro. Admiraba la heroica tozudez de aquellos intrépidos pilotos que, desafiando la gravedad, intentaban alzarse con sus aparatos en el aire», aclara Zavala. Por esas épocas, las divisiones políticas entre ambos hermanos aún no eran extremas.
Sin embargo, no todo era honra y valor en la vida de Ramón, y es que era conocido entre sus compañeros por su gran uso de los prostíbulos de la zona, por gastarse toda la paga en una noche (cosa que va en consonancia con la anterior) e, incluso, por otras «bromas» algo más curiosas.
«Un día se le ocurrió subir completamente desnudo al escenario de un pequeño burdel mientras intentaba raptar a la corista en medio de un fenomenal escándalo», explica el escritor. Realmente, sería difícil saber que hubiera dicho su hermano, entonces ascendiendo en la escala militar, de haberle visto.
Ramón, el hermano de Franco que batió dos récord mundiales de aviación
ABC
Ramón Franco
En 1920 se decidió finalmente a dar forma a su sueño, y llevó a cabo un curso de pilotaje que comenzó en el aeródromo de Cuatro Vientos con unos aeroplanos en los que subirse podía significar una sentencia de muerte. «En aquellos frágiles aparatos con motor de 80 caballos (…) aprendió a valerse por sí mismo volando a más de mil metros de altura. Sin pericia era francamente difícil salir ileso del vuelo, en unos tiempos en los que no existía el piloto automático», sentencia el autor.
Tras obtener su licencia de aviador no lo dudó ni un segundo: debía acudir como piloto de guerra a Marruecos. Ávido de peligro, en esta guerra realizó más de 150 vuelos en dos años al mando de un hidroavión, los aparatos más cotizados y versátiles de aquella época.
En varias ocasiones, además, tuvo la suerte de encontrarse con su hermano Francisco, al que, según varios militares de la época, odiaba. «Lo detestábamos (a Franco), empezando por su hermano Ramón, con el que casi no se hablaba. Cuando pedían un hidro (hidroavión) para el teniente coronel Francisco Franco, todos procurábamos eludir el servicio, pues nos molestaba su actitud. Llegaba a la base siempre puntualísimo y siempre serio. Muy estirado, para parecer más alto y disimular su tripita ya incipiente», afirma una declaración de aquella época que recoge Zavala en su libro.

Un viaje para la historia


Sin embargo, la mayor hazaña de Ramón aún estaba por llegar, y se produjo en 1926, cuando se propuso batir el récord mundial de distancia recorrida con escalas en vuelo. «Ramón Franco se proponía recorrer una distancia considerable -10.270 km exactamente-, convirtiéndose en el primer aviador del mundo que establecía una ruta aérea tan larga entre España y América. De tener éxito, sería la cuarta vez en toda la historia que un aeroplano cruzaba el Atlántico», afirma el periodista.

Pero la finalidad del vuelo no era únicamente batir este récord, sino que también se buscaba dar los primeros pasos para la transmisión del correo a través del Océano en un tiempo veloz. Y es que, en esta época los aviadores aún trataban de disipar las dudas que afirmaban que los dirigibles ofrecían mayores ventajas que los aeroplanos.
Para el vuelo, que fue apoyado en todo momento por elrey Alfonso XIII -muy ilusionado con batir la marca mundial-, Ramón necesitaba un hidroavión que pudiera soportar las duras condiciones climáticas y, a su vez, un viaje de tantos kilómetros. Por ello, compró con su dinero un Dornier Do J Wal (más conocido como «ballena»), al que instaló motores más potentes y una mayor cantidad de combustible.
En su momento, este aeroplano era uno de los más avanzados tecnológicamente y costó una auténtica fortuna: 300.000 pesetas. Su nombre quedaría escrito para siempre en las páginas de la historia: «Plus Ultra».
Tras solucionar esta primera dificultad, ahora sólo quedaba seleccionar a la tripulación. Para esta tarea, calificada por algunos de locura, los designados fueron: el capitán Julio Ruiz de Alda, el Teniente de Navío Juan Manuel Durán y Pablo Rada (mecánico).
Ramón, el hermano de Franco que batió dos récord mundiales de aviación
La tripulación del «Plus Ultra»

Las etapas de una dura travesía

El viaje dio comienzo a las 7 horas y 47 minutos del día 22 de enero de 1926, momento en que Ramón Franco encendió los motores del «Plus Ultra» en La Rábida, el puerto de Palos de la Frontera en Huelva desde el cual partió Cristóbal Colón en 1492. Centenares de personas le despedían desde tierra. Los aviadores eligieron esta ruta con la intención de rendir homenaje a Colón. Todo estaba preparado, el piloto elevó el hidroavión en el aire y comenzó el esperado viaje el cual constó de siete etapas:
1. La primera etapa que se cubrió fue la de Palos-Las Palmas, donde el hidroavión amarró a las 2 de la tarde tras haber recorrido unos 1.300 km. en 8 horas de viaje.
2. El día 26 el Plus Ultra partió de Las Palmas en dirección a la isla portuguesa de Porto Praia, donde llegaron tras recorrer 1.745 km. en aproximadamente 9 horas y 50 minutos.
3. La tercera fase fue de las más complejas, ya que suponía el paso a Brasil y, por tanto, el cruce del Atlántico. Sin embargo, se completó con éxito a pesar de algunas dificultades. El Plus Ultra, que partió a las 6 horas y 11 minutos del 30 de enero, llegó a la isla de Noronha, a 2.305 km de Porto Praia.
4. La cuarta etapa, de apenas 530 km, hasta Pernambuco, resultó ser una de las más dificultosas, ya que la hélice principal se rompió en pleno vuelo y fue necesario repararla en el aire, lo que retrasó en casi una hora a la tripulación de Franco.
5. Esta fase fue la que llevó a los aviadores de Pernambucohasta Río de Janeiro, territorio al que llegaron aproximadamente el 4 de febrero tras haber recorrido un trayecto de 2.100 km.
6. La penúltima etapa les llevó de Río de Janeiro a Montevideo, lo que supuso unos 2.060 km y que fue realizada en 12 horas y 5 nibutos.
7. Finalmente, la travesía se saldó con la llegada del «Plus Ultra» a Buenos Aires, con un tiempo total de 59 horas y 39 minutos
Ramón, el hermano de Franco que batió dos récord mundiales de aviación
Ramón Franco, tras su llegada a Buenos Aires, en su visita al Centro Gallego
Este viaje, recordado más paradójicamente en Argentina que en España, significó el establecimiento de dos récords a nivel mundial, el de distancia con escalas y el de la mayor velocidad de un hidroavión en vuelo. Lo más curioso es que esta travesía se llevó a cabo en aproximadamente 60 horas divididas a lo largo de varios días, mientras que, en la actualidad, un avión comercial realiza el mismo recorrido en aproximadamente 9 horas.
Tras la proeza, los miembros de la tripulación eran recibidos cómo héroes allí por dónde pisaban, desde América del Sur hasta tierras españolas, donde, incluso, el feliz y orgulloso monarca Alfonso XIII envió una carta felicitando a Franco y a sus hombres. Habían llevado a cabo una proeza sin parangón, y la gloria recayó sobre ellos. El piloto, concretamente, era considerado ahora como todo un héroe español.

Caída en desdicha


Sin embargo, la gloria era efímera para Ramón, que pronto se planteó llevar a cabo una nueva aventura para seguir siendo así el amo de los cielos. Esta vez, el objetivo fue dar la vuelta al mundo a bordo de un hidroavión, el Numancia. En cambio, las dificultades y la mala disposición del aparato provocó que el viaje tuviera que abandonarse incluso antes de comenzar.
Pocos meses después, la tozudez de Ramón hizo que tratara nuevamente de recorrer todo el globo. Para ello, esta vez, seleccionó un moderno modelo de avión que, en ese momento, le ofrecía grandes garantías: un Dornier alemán. Sin embargo, el fiasco volvió a sucederse de nuevo después de que el avión cayera al mar y estuviera perdido durante semanas hasta que los aviadores fueron rescatados.

Para colmo, la vuelta a España de la tripulación estuvo salpicada de reproches por parte del entonces dictador Primo de Rivera (que desde el vuelo del «Plus Ultra» no sentía demasiada simpatía por Franco) y de Alfredo Kindelán (Jefe del Aire). Además, Ramón tuvo que hacer frente a varias acusaciones de desfalco relacionadas con un supuesto pago que le había realizado la casa Dornier.
Finalmente, sobre el ferrolano cayó el peor castigo posible para un piloto. «A finales de julio, hallándose en San Sebastián (…) Ramón recibió un telegrama en el que se le comunicaba su baja en Aeronáutica. Tras 48 horas, Ramón era expulsado oficialmente de la Aviación española, nada menos que en aplicación de la Real Orden de 1924 sobre indeseables», sentencia Zavala. El aviador, considerado por cientos de países como un héroe, en su tierra natal era tratado como escoria.
Franco, republicano

La expulsión provocó en Ramón un gran descontento hacia Primo de Rivera y la Monarquía. Por ello, el piloto cambió radicalmente de tendencia política. «Ramón Franco pasó así de las duras palabras (en contra de la Monarquía) a los hechos consumados ingresando en la recién nacida Asociación Militar Republicana», explica el experto.
Esos años Ramón conspiró abiertamente contra Primo de Rivera y la Monarquía, de hecho, recayeron sobre él varias acusaciones y sanciones. Sin duda, se había convertido en uno de los mayores seguidores de la república. «A esas alturas ya se había convertido en un revolucionario que conspiraba contra un régimen agonizante», sentencia el experto.

Pero todo cambió con la caída de la dictadura de Primo de Rivera y la creación de la conocida como «dictablanda» de Dámaso Berenguer. En ese momento, Ramón veía cada vez más cerca la revolución que ansiaba para así dar el poder a los republicanos. De hecho, llegó a definir a la Monarquía como una «enemiga de cuanto signifique progreso y soberanía nacional».
«Por aquel entonces Ramón y Paco se hallaban en las antípodas ideológicas, mientras el primero pretendía instaurar una república por la vía revolucionaria, el segundo se mantenía fiel, como un mastín, a la Corona y al catolicismo», afirma Zavala.

Bombardeo del Palacio Real


Tras algunos meses, finalmente Ramón tuvo la sublevación que quería, la cual se produjo en 1930 cuando varios militares proclamaron la Segunda República en Jaca. Mientras esto sucedía, el ferrolano inició su propia lucha en Madrid, concretamente desde el aeródromo de Cuatro Vientos, en el que, junto a varios mandos, organizó una fuerza revolucionaria.
En ese momento floreció en Ramón su carácter temperamental. Y es que, aunque la misión consistía en usar varios aviones para lanzar panfletos informando de la proclamación de la II República en Madrid, él tenía otras ideas. Con decisión, se subió a un aparato, lo cargó de bombas, y afirmó que su intención era lanzarlas sobre el Palacio Real para acabar definitivamente con la monarquía.
Resuelto, llegó al palacio en pocos minutos, sin embargo, y extrañamente, cambió repentinamente de opinión pues, según explicó más tarde, existía la posibilidad de dañar a gente inocente en el ataque. Finalmente, decidió volver a Cuatro Vientos, desde dónde huyó a Portugal ante la incertidumbre que suponía el no saber si la revolución triunfaría o no.

Diputado por Esquerra Republicana

En cambio, en 1931 Ramón vio su sueño cumplido, este año se proclamó la Segunda República, la cual sustituyó a la Monarquía de Alfonso XIII. El aviador regresó entonces a España tras varias vicisitudes y fue rehabilitado en su antiguo empleo. La suerte comenzaba a serle favorable.
Poco después, Ramón llegó incluso a tomar parte en la política. «Francesc Maciá, consciente de la buena relación de Ramón con los anarcosindicalistas, ofreció a este un puesto en Esquerra Republicana de Catalunya [...] Ramón obtuvo al final 91.731 votos en los comicios», afirma Zavala. Un acta de diputado.
Años después, Ramón viajó a EE.UU. como agregado a la embajada. Sólo volvería a España tras el levantamiento militar de 1936 llevado a cabo por su hermano Francisco. Finalmente, y tras muchos años, ambos volverían a encontrarse, pero ¿sería como aliados o como enemigos?

El cambio hacia la derecha

Tras el levantamiento de Francisco Franco, todos hacían cábalas sobre si Ramón seguiría fiel a la República o, por el contrario, se uniría a su hermano. La respuesta no se hizo esperar: el piloto prefirió la sangre a las ideas políticasy se dirigió a España para reunirse con el futuro Generalísimo.
Las conjeturas sobre la causa que motivó a Ramón a cambiar de bando nunca se han aclarado. A pesar de las decenas de explicaciones que se propusieron, entre las más creíbles está la de la muerte de su gran amigo Julio Ruiz de Alda (falangista), a manos de varios milicianos armados en la cárcel Modelo de Madrid.
conociendo más detalles de aquel crimen. Supo que aquel maldito día los cobardes milicianos dispararon a bocajarro sus armas automáticas sobre los indefensos presos de la Modelo», afirma Zavala en el texto.
«Para entonces, Ramón ya había decidido dar el gran paso. Aguardó, sin embargo, hasta el 4 de octubre, cuando el gobernador militar de Salamanca leyó el decreto que nombraba "jefe del Gobierno del Estado Español al excelentísimo señor general de División Francisco Franco Bahamonde"», determina el escritor. Y es que, el piloto sólo podría volver sin peligro a España si su hermano era nombrado jefe de Estado.
Ramón, el hermano de Franco que batió dos récord mundiales de aviación
Ramón (izq), en una de sus habituales imágenes a mandos de un avión
Al llegar al país Francisco le esperaba con los brazos abiertos, de hecho, le nombró jefe de la Aviación Nacional en Palma de Mallorca. Ramón tomó entonces el primer avión a su nuevo destino, en el que, sin saberlo, le aguardaba su último vuelo.

Una muerte en servicio

El 29 de octubre de 1938, Ramón encendería por última vez los motores de su hidroavión Cabt Z nº 1. Según las fuentes oficiales, le ordenaron partir de Palma a las 6 de la mañana junto a otro aeroplano idéntico con la misión de bombardear una zona de Valencia. Sin embargo, durante el viaje se produjeron algunas dificultades y el avión cayó en picado hacia el suelo.
Uno de los miembros de la tripulación del aeroplano de apoyo relató que, cuando ambos aviones se acercaron al cumulonimbo, le pareció observar una inusitada agitación en la cabina de Ramón.«Distinguió un continuo ir y venir de las cabezas del observador, el mecánico y el radiotelegrafista, que se habían puesto en pie. Los tres parecían comentar alguna incidencia importante», sentencia Zavala.
Ramón, el hermano de Franco que batió dos récord mundiales de aviación
ABC
Museo del Aire
Un día después, los cadáveres fueron hallados en torno a una gran zona de restos, lo único que quedaba del aeroplano. Nadie había sobrevivido. El fuerte impacto provocó de hecho que varios de los cuerpos tuvieran miembros amputados. Por su parte, Ramón únicamente tenía una fuerte herida en la parte posterior de la cabeza, pero esta le había costado la vida.
A día de hoy aún se desconocen las causas del accidente,algunos hablan de sabotaje, mientras que otros determinan que el aparato explotó en el aire. También existen partidarios que defienden la idea de que los mandos del «hidro» se agarrotaron, provocando que este fuera incontrolable. En todo caso, eso ya sólo queda en manos de la Historia.

LAS TROVADORAS O TROVAIRITZ....Post Jo






Las trovairitz fueron la contrapartida femenina a los trovadores que vivieron y crearon música y poesía en la Occitania de los siglos XII y XIII. El término “trovairitz” fue acuñado en el siglo XIII y proviene de la palabra provenzal “trobar” que significa literalmente “encontrar” y más concretamente “componer”. Así, las trovairitz eran compositoras y poetisa
s que desarrollaban su arte en las cortes occitanas de los siglos XII y XIII. Ellas constituyen el primer ejemplo en la Historia de la Música occidental de mujeres dedicadas a la música profana.

Aun siendo la contrapartida femenina de los trovadores, es importante señalar diferencias considerables entre trovadores y trovairitz.

Así, mientras el trovador podía -y solía - ser de origen humilde, las trovairitz eran de origen noble y estaban casadas con importantes nobles de ámbito provenzal.

No podemos olvidar que la Francia del siglo XII fue una época muy favorable a la independencia económica de las mujeres de la nobleza debido a un sistema legal vigente en el Sur de Francia que permitía a las mujeres heredar propiedades. Así, estas mujeres se hacían cargo de los bienes familiares mientras sus maridos se encontraban luchando en las cruzadas.

Esto trajo consigo un clima de libertad e independencia femenina que favorecía la creación artística. Sin embargo, sólo se han conservado unos 23 poemas y alrededor de 4 melodías atribuibles a las trovairitz.

Entre las trovairitz más importantes podemos destacar las siguientes:

Alamanda de Castelnau, Azalais de Porcairagues, María de Ventadorn, Tibors, Castelloza, Garsenda de Proença, Gormonda de Monpeslier, y por último Beatriz, Condesa de Día, la autora del texto que hemos citado anteriormente.

A continuación hacemos una breve reseña de cada una de las trovairitz mencionadas anteriormente.

Tibors de Sarenom (1130 – 1198) constituye el primer ejemplo documentado de poesía femenina. Así, Tibors sería la primera trovairitz.

María de Ventadorn: vivió a finales del siglo XIII. Se le conoce una única obra escrita al parecer en colaboración con el trovador Gui d'Ussel. El asunto tratado es el siguiente: una vez que el hombre ha conseguido el éxito en la seducción de una dama… ¿Le convierte este hecho en su igual o sigue permaneciendo su sirviente? María aboga por la última opción.

Beatriz, Condesa de Día (1180/1212). Esposa de Guilhèm de Poitiers, la Condesa nos ofrece una visión muy personal acerca de un mundo regido por rígidas reglas dictadas por los intereses masculinos contra los que ella se rebela, escribiendo textos bastante apartados de la rígida estética del amor cortés.

Azalais de Porcairagues nació cerca de Montpellier. Fue amante de Gui Guerrejat, hermano de Guillaume VII de Montpellier y se desenvolvía en los círculos aristocráticos. Sólo se ha conservado una de sus obras, aunque sin la música. El poema forma parte de un debate poético entre ella y el trovador Guillhem de Saint-Leidier sobre el lo que supone que una dama tome un amante más rico o más relevante socialmente que ella misma y si esta diferencia social constituye una deshonra para la dama.

Castelloza: esposa de Turc de Mairona, vivió a principios del siglo XIII. Escribió varias poesías y canciones dedicadas a Arman de Brion del cual estaba enamorada aunque tenía un status social mayor que ella. Las cuatro canciones suyas que se conservan la convierten, junto con Beatriz de Día, en una de las trovairitz más prolíficas. Los temas de sus obras tratan de su amor imposible en el tono habitual del amor cortés.

Alamanda de Castelnau fue considerada hasta hace poco una mera invención poética del trovador Giraut de Bornel. Sin embargo, esta interpretación no es cierta ya que su existencia real está documentada por otros trovadores. Su periodo creativo se reduce a la época que pasó en la corte de Raimundo V de Toulose que abandonó para casarse con Guilhem de Castelnou. Murió alrededor de 1223.

Gormonda de Monpeslier (1226–1229) escribió el que ha sido llamado el primer manifiesto político escrito por una mujer. En este escrito defiende la postura del Papa Inocencio III en su actuación durante la Quinta Cruzada. Continúa argumentando que la peor herejía es la crueldad de ánimo y la falsedad. Gormonda fue posiblemente una monja dominica.

Garsenda de Forcalquier, Condesa de Provenza (1180 – 1242) catalana de nacimiento, su matrimonio con el Conde de Provenza suposo la unión de ambas casas. Garsenda fue una importante mecenas de las artes occitanas así como poetisa y compositora. Es conocida como la trovairitz Garsenda de Proença.