la historia del primer derribo de una aeronave por parte del ejército español. Lo que sigue es un extracto del libro, publicado aquí con el permiso de Carlos Canales. Viajemos pues a Cuba, en 1898, mientras se desarrollaba la Batalla de la colina de San Juan…
El avance norteamericano era lamentable. Amontonados en un terreno difícil, lleno de espesa vegetació
n y sin espacio para maniobrar, las unidades atacantes no podían apenas moverse. Todo el camino estaba lleno de casas y mansiones para el recreo de los burgueses adinerados de Santiago que el ejército español había fortificado, cubriendo los espacios intermedios con alambradas, trincheras y parapetos de troncos.
Nada más ponerse en marcha, decenas de norteamericanos fueron abatidos por los certeros disparos de la infantería española. Pero eso no era todo, hasta la torpeza de sus mandos facilitaba a los defensores conocer la posición exacta de sus posiciones. A las 9:30 habían lanzado un globo cautivo de color amarillento, conocido como el «chivato gordinflón», para poder reconocer las posiciones de las tropas de Linares.
El globo no sirvió más que para dos cosas: para que el ejército español, la artillería en concreto, se anotase el primer derribo de nuestra historia sobre una aeronave enemiga y descubrir la ruta de avance de las tropas americanas, lo que motivó que la artillería española y las avanzadas de infantería comenzasen a concentrar sus disparos sobre el lugar en el que se encontraba el globo. Los soldados norteamericanos encajonados en el estrecho sendero comenzaron a caer heridos o muertos sin poder responder de forma eficaz al fuego.
El globo se fue desinflando lentamente y cayó a tierra en medio de la algarabía y vítores de los soldados españoles. Respecto a los soldados norteamericanos los intensos disparos con casi total impunidad de los mauser españoles les causaron cerca de 400 bajas y decenas de uniformes azules ensangrentados comenzaron a cubrir el campo de batalla…
Sirva como curiosidad adicional apuntar que el segundo derribo de otra aeronave extranjera por parte del ejército español también fue sobre un aparato de los Estados Unidos, a principios de 1943, cuando el teniente Miguel Entrena Klett, a los mandos de un Heinkel 112B abatió a todo un P-38 Lightning del US Army Air Force.
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