Fueron los antiguos egipcios quienes comenzaron a aplicar esencias durante el embalsaminento, proceso que servía paara preparar a los difuntos para el viaje al más allá.
Tras extraer las vísceras del fallecido, los embalsadores untaban el cuerpo con una mezcla de aceites aromáticos que frenaban el hedor a putrefacción. ¡Habían inventado el primer desodorante del mundo!.
La sociedad del Nilo también otorgó a los perfumes un carácter religioso, ya que los sacerdotes trataban de hacer llegar sus plegarias a los dioses envolviéndolas en emanaciones aromaticas. De hecho la propia etimología latina de la palabra nos acerca a su empleo original: Pro Fumum, "a través del humo".
Cuenta la mitología egipcia que los vapores aromáticos eran la mejor formula para entrar en contacto con Ra, divinidad que simbolizaba la luz solar y la vida, y que era responsable del ciclo de la muerte y la resurrección.
Un tanto más profano fue el uso que Cleopatra decidió dar a las fragancias. La presumida faraona se percató pronto de que un penetrante olor corporal era una llave infalible para encaminar amantes hacía su estancia. Así, comenzó a impregnarse a diario de una receta que sus alquimistas habían heredado de la cultura sumeria: El Kephy.
Considerada la primera eau de toilette de la historia, consistía en una combinación de raíces secas, bayas de enebro, vino, miel, mirra, azafrán y canela. Su formula era tan intensa y enérgica que a menudo adormecía a quien la olía.
Fuente: Muy Extra
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