María de Toledo y Rojas. (1490-1549). Esposa de Diego Colón, primogénito del Descubridor y gobernador de Santo Domingo. Nació alrededor de 1490.
Familia
Era hija de Fernando Álvarez de Toledo o Fernando de Toledo, comendador mayor de León y hermano de don Fradique, duque de Alba. Señor de Villorías y Halconero Mayor de Don Fernando "El Católico", y de María de Rojas y Pereira.
María se casó en 1508 con Diego Colón, el hijo primogénito de D. Cristóbal Colón. Los descendientes de este matrimonio fueron:
- Felipa Colón y Toledo.
- Luis Colón y Toledo
- María Colón y Toledo.
- Juana Colón y Toledo
- Isabel Colón y Toledo
- Cristóbal Colón y Toledo.
- Diego Colón y Toledo.
Se embarcó en compañía de su esposo, sucesor de Nicolás de Ovando, en Sanlúcar de Barrameda el 3 de junio de 1509 y después de una tranquila travesía entraron en el puerto del Ozama, el 9 de julio. El heredero colombino y su ilustre consorte vinieron acompañados de un nutrido séquito de doncellas que, muy pronto, contrajeron matrimonio con hombres poderosos y ricos, y conformaron una pequeña corte a imitación de la peninsular.
Diego Colón. |
En el repartimiento de Albuquerque, efectuado en 1514, María de Toledo, que desde un año antes disfrutaba de una encomienda de 200 indios, recibió 100 más debido a su alto estatus social. No obstante este, tanto ella como su marido tuvieron que soportar toda clase de afrentas y vejaciones de los llamados “servidores del rey” y partidarios de Miguel de Pasamonte, a quien el rey había nombrado tesorero de la isla con el fin de vigilar las actuaciones de Diego Colón.
En 1526 falleció Diego Colón y Toledo en la Península, adonde había ido a proseguir el pleito que mantenía con la corona por la herencia de su padre. En Marzo de 1530 María de Toledo, que era una mujer de carácter decidido, regresó a España, hospedándose en la casa que su cuñado Hernando Colón tenía en Sevilla, donde firmó una escritura por la que se le obligó a pagar a Alonso de Nebeda, un mercader de Burgos, 155,000 maravedíes para saldar un préstamo que le había otorgado Diego. A finales de dicho año se trasladó a Ocaña, donde estaba la corte, y logró del Consejo de Indias el compromiso de poner término al pleito pendiente. Las negociaciones con ese organismo se prolongaron hasta 1536.
En ese tiempo, María de Toledo se ocupó de conseguir los recursos necesarios para sus gastos y los del matrimonio de su hija Isabel con Jorge de Portugal, conde de Gálvez, celebrado el 25 de mayo de 1531. Sometidas todas las cuestiones pendientes al laudo del presidente del Consejo de Indias, fray García de Loaysa, el fallo, dictado el 28 de junio de 1536, adjudicó a los descendientes del Descubridor una jugosa compensación por los derechos otorgados a este en las Capitulaciones de Santa Fe y sus posteriores ampliaciones.
Resueltos sus acuciantes problemas económicos, María de Toledo empezó a preparar su vuelta a Santo Domingo, que tardaría ocho años en llevar a efecto. Entre sus proyectos figuraba el traslado a la capital de la colonia de los restos de su esposo y su suegro. Con ese propósito suplicó al rey la merced de la capilla mayor de la catedral de Santo Domingo para sepultar en ella el despojo del Descubridor.
La concesión a Cristóbal Colón y a sus descendientes de esa capilla constituía una medida excepcional que debía ceñirse a las normas del Derecho Canónigo entonces vigente, ya que, si bien se contemplaba la venta de capillas catedralicias a particulares, se exceptuaba a las mayores por quedar reservadas a los monarcas en su calidad de patrones universales de todas las iglesias indianas.No obstante, Carlos III de España y V de Alemania promulgó el 2 de junio de 1537 una cédula por la cual otorgó licencia a Luís Colón para que pudiese sepultar en tan preeminente sitio los restos de sus ascendientes.
Cartuja de Sevilla |
Vencida la oposición del cabildo catedralicio, María de Toledo exhumó los restos de su esposo y su suegro de la Cartuja de Cuevas, en Sevilla, y el 9 de julio de 1544 se embarcó con ellos en la nao Nuestra Señora de los Valles, la cual formaba parte de la flota que se disponía a zarpar para las Indias. En esa flota viajaba el Padre Bartolomé de las Casas, quien iba a tomar posesión del obispado de Chiapas.
En su testamento de 27 de septiembre de 1548, la virreina ordenó que su cuerpo, vestido con el hábito de San Francisco, fuese enterrado en la capilla mayor de la catedral dominicana, no en la sepultura de su esposo, sino debajo de ella, en el mismo suelo, junto al presbiterio del altar mayor.
Falleció en la ciudad de Santo Domingo en la isla La Española (República Dominicana) el 11 de mayo de 1549.
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