Dos meses después de rendirse las tropas del Eje en África, el 10 de julio de 1943, los aliados cruzaban el Mediterráneo y desembarcaban en Sicilia. El mismo cuadro de mandos que había derrotado al Eje en Túnez (Dwight D. Eisenhowwer, sir Harol Alexander, Arthur Tedder y sir Andrew Cunningham) se encargó de la operación, pero en el Mediterráneo encontraron serias dificultades entre ellos. Los americanos deseaban limitar los objetivos en tal forma que se ahorraran las principales fuerzas aliadas para la invasión del Canal (cuyo nombre en clave era "Overlord"), programada originalmente para la primavera de 1944. Los británicos en cambio, que no olvidaban lo del Somme y Passchendaele, ni tampoco Dunkerque, parecían más dispuestos a seguir atacando el suave bajo vientre de Europa, penetrando en Italia y tal vez por los Balcanes. Esta discrepancia, iba a costar muchas vidas aliadas.
Esquimal fue la primera operación anfibia aliada en gran escala contra Europa, en la que tomaron parte más de 3.200 barcos para transportar a 160.000 soldados a Sicilia. El 9 de julio de 1943 el VII Ejército norteamericano, a la órdenes del teniente general George S. Patton, desembarcó en las playas del Noroeste, entre Licata y Scoglitti, centro de sus cabezas de playa de Gela. El VIII Ejército británico, que también llevaba tropas canadienses, lo hizo a ambos lados de la punta sur de la isla, en el flanco derecho norteamericano, entre Pozzalo y Siracusa. Frente a ellos tenían a diez divisiones italianas y otras tres y media alemanas, que componían unos 400.000 hombres, al mando del mariscal de campo Albert Kesselring.
A excepción de un duro contraataque alemán en la cabeza de playa de Gela, rechazado por los americanos con ayuda del bombardeo de la Armada Real, los desembarcos se realizaron rápida y uniformemente. La mayor parte de los italianos, que estaban hartos de la guerra, no querían combatir y se dispersaban. Pero tres escogidas divisiones nazis (la División Hermann Goering, la 15 Blindada de Granaderos y la 29 Motorizada), reforzadas por veteranos paracaidistas, componían un total de 90.000 hombres dispuestos a la lucha. Patton se dirigió hacia el Norte y el Oeste, y en el espacio de tres semanas se apoderaba de la mitad occidental de Sicilia. Las tropas de Montgomery encontraron menos resistencia en las cabezas de playa y aseguraron rápidamente el necesario puerto de Siracusa, pero en lo sucesivo hallaron mayor oposición.
Esquimal fue la primera operación anfibia aliada en gran escala contra Europa, en la que tomaron parte más de 3.200 barcos para transportar a 160.000 soldados a Sicilia. El 9 de julio de 1943 el VII Ejército norteamericano, a la órdenes del teniente general George S. Patton, desembarcó en las playas del Noroeste, entre Licata y Scoglitti, centro de sus cabezas de playa de Gela. El VIII Ejército británico, que también llevaba tropas canadienses, lo hizo a ambos lados de la punta sur de la isla, en el flanco derecho norteamericano, entre Pozzalo y Siracusa. Frente a ellos tenían a diez divisiones italianas y otras tres y media alemanas, que componían unos 400.000 hombres, al mando del mariscal de campo Albert Kesselring.
A excepción de un duro contraataque alemán en la cabeza de playa de Gela, rechazado por los americanos con ayuda del bombardeo de la Armada Real, los desembarcos se realizaron rápida y uniformemente. La mayor parte de los italianos, que estaban hartos de la guerra, no querían combatir y se dispersaban. Pero tres escogidas divisiones nazis (la División Hermann Goering, la 15 Blindada de Granaderos y la 29 Motorizada), reforzadas por veteranos paracaidistas, componían un total de 90.000 hombres dispuestos a la lucha. Patton se dirigió hacia el Norte y el Oeste, y en el espacio de tres semanas se apoderaba de la mitad occidental de Sicilia. Las tropas de Montgomery encontraron menos resistencia en las cabezas de playa y aseguraron rápidamente el necesario puerto de Siracusa, pero en lo sucesivo hallaron mayor oposición.
Por improvisados muelles. Preparados por las unidades navales de desembarco, se transportan a tierra siciliana tanques, cañones y otros materiales pesados para la campaña que se inició sobre el propio país adversario.
El principal objetivo aliado consistía en conquistar Messina, frente a la península italiana, único embudo para que los alemanes recibieran suministros y refuerzos y único punto de escape. Cuatro carreteras conducían a Messina: dos rutas costeras que partían, una de Palermo y corría a lo largo de la costa norte de la isla y la otra desde Siracusa, bordeando la costa oriental; y otras dos por tierra adentro, de las que una pasaba por Troino y la otra por Adrano, para juntarse ambas en Randazzo.
Como el VIII Ejército británico, que marchaba por la carretea de la costa oriental, constituía una gran amenaza para Messina, los alemanes concentraron frente a él su mayor potencial. Además, el terreno se mostraba favorable a la defensa. Fuertemente atrincherados en el monte Etna, de 11.000 pies de altura, los alemanes dominaban la llanura de Catania y desde su emplazamiento contuvieron a Montgomery durante tres semanas. Reforzado con tropas de montaña, Montgomery lanzó su flanco izquierdo a las laderas occidentales del monte Etna e inició la marcha por la carretera interior que iba desde Adran a Messina, mientras su flanco derecho avanzaba por la carretera costera del lado oriental de la montaña.
Aunque inferiores en número, los alemanes ofrecieron una dura resistencia, disputando el terreno palmo a palmo e intentando sacar de Sicilia el mayor número de tropas. Tan resuelta y tenaz era la firmeza, que Patton se vio varias veces obligado a flanquear la retaguardia mediante desembarcos a espaldas del enemigo. En uno de éstos realizado en Brolo, Jack Belden describe cómo fue rota la resistencia enemiga:
Escalamos los empinados lados de nuestros "patos" (embarcaciones de desembarco) y sobre ellos, semejantes a bomberos encaramados en un peldaño de escalera, aguardamos a que nuestra embarcación estuviera más cerca de la costa. El aire era sofocante. Un hombre vomitó. Esto me recuerda cuando solía beberme el quita barnices, dijo una voz, pero nadie se rió.
En la densa oscuridad no veíamos nada, sólo una lucecilla que pendía sobre nosotros en la negrura. En este instante hubo un sonido ahogado de un mecanismo en marcha. La gran puerta de rampa se abrió ligeramente. Un recuadro de luz gris se deslizó dentro. Sentados, sin perder de vista el reguero de luz, que iba haciéndose mayor, nos preguntábamos qué habría detrás de aquella puerta que descendía lentamente ... Ahora dirigimos la mirada hacia las estrellas. A continuación vimos el pico escarpado de Monte Brolo, las crestas más bajas de las colinas, la húmeda boca del mar.
Nuestro "pato" se deslizó hasta el agua y nadó sin esfuerzo hacia la costa. El tubo de escape bajo el agua apenas sonaba. Cerca, un destructor apuntaba con sus cañones, amenazantes y silenciosos, pero dispuestos al disparo. Le echamos una mirada de agradecimiento y seguimos adelante.
En la playa brillaban dos luces amarillas como dos estrellas errantes. Nuestros ingenieros habían marcado bien la meta y nos dirigimos confiados hacia ella. Entonces, en una parte de la isla, una lluvia de chispas salpicó la negrura de bolas rojas y naranjas. ¿Eran explosiones nuestras o del enemigo? ¡Que importaba! La sorpresa había desaparecido.
Paramos el tubo de escape. Los motores rugieron abiertamente. Nuestros "patos", salpicados de espuma se lanzaron contra la playa.
Con una agitación instantánea se levantaron sobre el agua y sacudiéndose la espuma, avanzaron hacia tierra seca. Eran las 3,15... ¿Salten! ¡Salten!, gritó el mayor Fargo, jefe del batallón. Dimos un volteo hasta caer a tierra.
A ciegas, arando la arena con nuestros pies seguimos a Fargo. Las alambradas nos agarraron. Las tijeras comenzaron a funcionar, nos libramos de ellas y proseguimos la marcha.
Me agaché cuanto pude para no destacar mi silueta. Crucé un embarcadero ferroviario. Me deslicé por un jardín. Hice como si caminara por una cuerda floja. Había que mantener el equilibrio. Reprimí un deseo de reír. Tal vez me estaba volviendo loco a causa de la guerra.
No tardamos en llegar a un limonar. Las siluetas revoloteaban en la oscuridad. Se oían susurros: ¿Dónde está la compañía G? ¿Dónde la compañía F? ¿Dónde la carretera? ¿Y la colina? ¿Sigan moviéndose! Torcimos hacia la derecha, e hicimos alto ... Al girar bruscamente hacia la izquierda, por donde habíamos oído el murmullo de figuras en movimiento, nos topamos contra una línea de alambradas. Al detenernos silbó sobre nuestras cabezas un disparo de fusil. Instantáneamente empezaron a sonar tiros por todas partes. ¿Eran nuestros o del enemigo? ¿Qué más daba! Cualquier bala podía matarnos.
Nos echamos a tierra. Un sargento llamado Daily que se había unido a nosotros cortó un trozo de alambrada. Nos deslizamos por debajo de ella y no refugiamos tras un muro de piedra. Ya no sentía ganas de reir.
"¡Pap, pap, pap!", se dejaba oir un sonido en movimiento por la carretera. Una motocicleta. Instantáneamente abrieron fuego los fusiles desde un lado de la carretera. Los neumáticos chillaron sobre el pavimento pétreo. Un motor sonó a toda marcha, luego se extinguió.
Ahora rugía hacia nosotros el sonido de varios motores. Esperamos emboscados bajo el muro, tensos y silenciosos. Como un fuego crepitante, los fusiles y ametralladoras hendían el aire. Amparados por las ráfagas luminosas de las balas trazadoras, pudimos ver radios de ruedas y los fogonazos rojos de los proyectiles que pasaban a través de ellos.
Una explosión más fuerte sacudió el muro donde nos apiñábamos. El teniente Thomas Rodgers estaba disparando su arma antitanque. El resplandor de una llamarada despejó la oscuridad, dejando ver un camión escorado y el rostro despavorido de su conductor.
Luego, la oscuridad de la noche ahogó la llamarada y en las tinieblas, se oyó una colisión, cristales rotos y el alarido de un hombre.
La noche estaba llena de gritos, balas y figuras en movimiento. Imposible saber lo que sucedía. Un soldado puso su mano sobre el hombro de alguien y preguntó ¿A qué unidad perteneces? Una voz contestó Mein Gott. Sonó el disparo de una pistola, un grito y el estertor de la agonía.
Como el VIII Ejército británico, que marchaba por la carretea de la costa oriental, constituía una gran amenaza para Messina, los alemanes concentraron frente a él su mayor potencial. Además, el terreno se mostraba favorable a la defensa. Fuertemente atrincherados en el monte Etna, de 11.000 pies de altura, los alemanes dominaban la llanura de Catania y desde su emplazamiento contuvieron a Montgomery durante tres semanas. Reforzado con tropas de montaña, Montgomery lanzó su flanco izquierdo a las laderas occidentales del monte Etna e inició la marcha por la carretera interior que iba desde Adran a Messina, mientras su flanco derecho avanzaba por la carretera costera del lado oriental de la montaña.
Aunque inferiores en número, los alemanes ofrecieron una dura resistencia, disputando el terreno palmo a palmo e intentando sacar de Sicilia el mayor número de tropas. Tan resuelta y tenaz era la firmeza, que Patton se vio varias veces obligado a flanquear la retaguardia mediante desembarcos a espaldas del enemigo. En uno de éstos realizado en Brolo, Jack Belden describe cómo fue rota la resistencia enemiga:
Escalamos los empinados lados de nuestros "patos" (embarcaciones de desembarco) y sobre ellos, semejantes a bomberos encaramados en un peldaño de escalera, aguardamos a que nuestra embarcación estuviera más cerca de la costa. El aire era sofocante. Un hombre vomitó. Esto me recuerda cuando solía beberme el quita barnices, dijo una voz, pero nadie se rió.
En la densa oscuridad no veíamos nada, sólo una lucecilla que pendía sobre nosotros en la negrura. En este instante hubo un sonido ahogado de un mecanismo en marcha. La gran puerta de rampa se abrió ligeramente. Un recuadro de luz gris se deslizó dentro. Sentados, sin perder de vista el reguero de luz, que iba haciéndose mayor, nos preguntábamos qué habría detrás de aquella puerta que descendía lentamente ... Ahora dirigimos la mirada hacia las estrellas. A continuación vimos el pico escarpado de Monte Brolo, las crestas más bajas de las colinas, la húmeda boca del mar.
Nuestro "pato" se deslizó hasta el agua y nadó sin esfuerzo hacia la costa. El tubo de escape bajo el agua apenas sonaba. Cerca, un destructor apuntaba con sus cañones, amenazantes y silenciosos, pero dispuestos al disparo. Le echamos una mirada de agradecimiento y seguimos adelante.
En la playa brillaban dos luces amarillas como dos estrellas errantes. Nuestros ingenieros habían marcado bien la meta y nos dirigimos confiados hacia ella. Entonces, en una parte de la isla, una lluvia de chispas salpicó la negrura de bolas rojas y naranjas. ¿Eran explosiones nuestras o del enemigo? ¡Que importaba! La sorpresa había desaparecido.
Paramos el tubo de escape. Los motores rugieron abiertamente. Nuestros "patos", salpicados de espuma se lanzaron contra la playa.
Con una agitación instantánea se levantaron sobre el agua y sacudiéndose la espuma, avanzaron hacia tierra seca. Eran las 3,15... ¿Salten! ¡Salten!, gritó el mayor Fargo, jefe del batallón. Dimos un volteo hasta caer a tierra.
A ciegas, arando la arena con nuestros pies seguimos a Fargo. Las alambradas nos agarraron. Las tijeras comenzaron a funcionar, nos libramos de ellas y proseguimos la marcha.
Me agaché cuanto pude para no destacar mi silueta. Crucé un embarcadero ferroviario. Me deslicé por un jardín. Hice como si caminara por una cuerda floja. Había que mantener el equilibrio. Reprimí un deseo de reír. Tal vez me estaba volviendo loco a causa de la guerra.
No tardamos en llegar a un limonar. Las siluetas revoloteaban en la oscuridad. Se oían susurros: ¿Dónde está la compañía G? ¿Dónde la compañía F? ¿Dónde la carretera? ¿Y la colina? ¿Sigan moviéndose! Torcimos hacia la derecha, e hicimos alto ... Al girar bruscamente hacia la izquierda, por donde habíamos oído el murmullo de figuras en movimiento, nos topamos contra una línea de alambradas. Al detenernos silbó sobre nuestras cabezas un disparo de fusil. Instantáneamente empezaron a sonar tiros por todas partes. ¿Eran nuestros o del enemigo? ¿Qué más daba! Cualquier bala podía matarnos.
Nos echamos a tierra. Un sargento llamado Daily que se había unido a nosotros cortó un trozo de alambrada. Nos deslizamos por debajo de ella y no refugiamos tras un muro de piedra. Ya no sentía ganas de reir.
"¡Pap, pap, pap!", se dejaba oir un sonido en movimiento por la carretera. Una motocicleta. Instantáneamente abrieron fuego los fusiles desde un lado de la carretera. Los neumáticos chillaron sobre el pavimento pétreo. Un motor sonó a toda marcha, luego se extinguió.
Ahora rugía hacia nosotros el sonido de varios motores. Esperamos emboscados bajo el muro, tensos y silenciosos. Como un fuego crepitante, los fusiles y ametralladoras hendían el aire. Amparados por las ráfagas luminosas de las balas trazadoras, pudimos ver radios de ruedas y los fogonazos rojos de los proyectiles que pasaban a través de ellos.
Una explosión más fuerte sacudió el muro donde nos apiñábamos. El teniente Thomas Rodgers estaba disparando su arma antitanque. El resplandor de una llamarada despejó la oscuridad, dejando ver un camión escorado y el rostro despavorido de su conductor.
Luego, la oscuridad de la noche ahogó la llamarada y en las tinieblas, se oyó una colisión, cristales rotos y el alarido de un hombre.
La noche estaba llena de gritos, balas y figuras en movimiento. Imposible saber lo que sucedía. Un soldado puso su mano sobre el hombro de alguien y preguntó ¿A qué unidad perteneces? Una voz contestó Mein Gott. Sonó el disparo de una pistola, un grito y el estertor de la agonía.
Palermo, la ciudad más poblada de Sicilia, cayó en manos de los Aliados el 23 de julio de 1943. Tanques norteamericanos desfilando por las calles de la ciudad ante el enstusiasmo, la expetación o la simple curiosidad de sus habitantes.
Los alemanes, amparados por la oscuridad y una fuerte cortina de fuego antiaéreo, rescataron en la llamada Operación Lehrgang (Aprendizaje), a más de 60.000 de sus 90.000 soldados, así como la mayor parte de su material y lo pasaron a través del estrecho de Messina a la península italiana. El 17 de agosto, después de 39 días de lucha, las columnas de Patton, seguidas de las de Montgomery, entraban en Messina, poniendo fin a la conquista de Sicilia. Las pérdidas aliadas fueron de 31.000 bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos, por 37.000 bajas alemanas y 130.000 italianas
Las tropas italianas en Sicilia, que sumaban 10 divisiones, no mostraron una excesiva combatividad frente al desembarco Aliado. En la fotografía, un general italiano se acaba de entregar al general norteamericano Keyes
INVASIÓN ALIADA EN ITALIA Y SITUACIÓN DEL FRENTE (1943-1945)
INVASIÓN ALIADA EN ITALIA Y SITUACIÓN DEL FRENTE (1943-1945)
Fecha: 9 de julio al 17 de agosto de 1943
Lugar: Sicilia, Italia
Resultado: Victoria aliada
Beligerantes
Alemania
Italia Reino Unido
Estados Unidos
Canadá
Comandantes
Albert Kesselring
Alfredo Guzzoni Harold Alexander:
Bernard Montgomery
George Patton
Soldados
40.000 hombres
365.000 hombres
47 tanques 160.000 hombres
14.000 vehículos
600 tanques
1.800 cañones de artillería
Bajas
29.000 muertos y heridos
140.000 prisioneros de guerra 2.237 muertos
6.544 heridos
4.500 prisioneros o desaparecidos
2.721 muertos
10.122 heridos
562 muertos
1.848 heridos
Total: 24.034 bajas
Campañas del Frente del Mediterráneo
Libia y Egipto - Túnez - Balcanes - Mediterráneo - Italia - Sur de Francia
Campaña aliada en Italia
Mincemeat - Sicilia - Calabria - Tarento - Salerno - Volturno - Barbara - Gustavo - Anzio - Montecassino - Monte Castello - Gótica
Una vez completada la captura de las islas italianas de Pantellería, Lampedusa, Linosa y Lampione frente a África, los Aliados estaban listos para iniciar la Operación Husky cuyo objetivo era la invasión de la Isla de Sicilia. Al mando de la operación fue puesto el General Dwight Eisenhower quien participó en la accidentada Conferencia de Casablanca, a la que llegó en un azaroso viaje cuando el B-17 que lo transportaba perdió dos motores.
Patton y Montgomery
El General Eisenhower estuvo al mando de la operación de desembarco con el General Alexander al frente de las operaciones terrestres. Las fuerzas agrupadas en el 15 Grupo de Ejércitos estaba conformado por el 8vo Ejército Británico al mando del General Montgomery y el 7mo Ejército Estadounidense al mando del General Patton.
General Hube
Al General Hube se le encomendó la defensa de Messina y la responsabilidad de asegurar la evacuación de las fuerzas alemanas en cuanto se viera que era inminente la ocupación de la isla por parte de las fuerzas Aliadas. Hube preparó la Línea Etna alrededor de Messina que tenía como primer objetivo detener el avance de los británicos desde el sur de la isla.
Invasión
El día 10 de julio de 1943, ante un fuerte viento, después de una tormenta, que dificultaba las operaciones, las fuerzas británicas desembarcaron en la parte oriental de la isla y las estadounidenses en la occidental. Cuatro operaciones aéreas fueron efectuadas, lanzando en paracaídas a la 82 división aerotransportada, que efectuaba su primera misión de combate entre Cosimo y San Pietro, durante la noche del día 9 y la madrugada del 10. Planeadores británicos descendieron cerca a la ciudad de Augusta. Cerca de Gela, los Aliados desembarcaban equipos desde 20 buques. La División Hermann Göring inicia las operaciones contra esas fuerzas, sin que se reporten hasta las primeras horas del día ninguna actividad enemiga en el occidente de la isla.
Casi sin oposición debido a la falta de movilidad de las fuerzas defensoras, los británicos desembarcaron y se dirigieron al puerto de Siracusa. El día 11 de julio la reserva paracaidista fue enviada a reforzar las fuerzas de Patton en el centro de la isla. Durante el salto, 37 de de los 144 aviones fueron derribados, tanto por la artillería alemana como por los propios invasores que no fueron advertidos de la llegada de refuerzos.
Patton en Palermo
En los primeros dos días de la invasión, los Aliados capturaron Vizzini en el oeste y Augusta en el este. En el lado británico las cosas no marchaban bien. Montgomery le pidió a Alexander que le autorizara traspasar los límites que le separaban de las fuerzas estadounidenses y poder alcanzar Messina, mientras las fuerzas de Patton le servían de protección en el flanco occidental. Patton por su parte presionó en occidente, solicitándole permiso a Alexander para capturar Agrigento y proseguir a la capital, Palermo. Alexander acepto, inicialmente pero luego cambió de opinión para proteger a Montgomery ordenándole a Patton que detuviera la ofensiva. Patton simuló no recibir la orden por fallas en la transmisión y continuó con su ataque contra Palermo.
Mussolini destituido
El 19 de julio Hitler se reúne de urgencia con Mussolini en Feltre. Dentro de los planes Aliados discutidos en Casablanca, se encontraba la deposición de Mussolini y la retirada de Italia del conflicto. La caída de Palermo inspiró el golpe de estado contra Mussolini, quien fue depuesto por el Rey el día 25 de julio, noticia que no causó mucha sorpresa entre los Aliados, porque en Roma desde hacía mucho tiempo se llevaba a cabo un plan de quinta columna en las altas esferas militares y políticas para sacar a Italia de la guerra. El Rey reemplazó a Mussolini por el Mariscal Pietro Badoglio.
Evacuación alemana
Mientras el 22 de julio, Patton capturaba Palermo, las fuerzas de Montgomery se encontraban empantanadas al sur de Messina sin poder alcanzar la ciudad. Patton que andaba obsesionado con llegar a Messina antes que Montgomery, arremetió contra la Línea Etna, pero las defensas de Hube fueron tan efectivas que impidió el progreso de Montgomery y contuvo a Patton mientras protegía la evacuación. Los planes alemanes estaban tan bien estructurados, que poco a poco todas las unidades cruzaron el canal y sólo cuando las últimas unidades motorizadas se hubieron retirado, pudo Patton quebrar la Línea Etna y entrar en Messina. Sin embargo, Patton pudo hacerlo antes que Montgomery y eso, considerando que el 7mo Ejército debió rodear toda la isla y tomar Palermo para conseguirlo, dice mucho de la energía de Patton para mover sus fuerzas blindadas con la rapidez necesaria.
Berlín toma previsiones
El 28 de julio, Badoglio anuncia la disolución del Partido Fascista en Italia. El día 5 de agosto los británicos ocupan Catania y al día siguiente en Tarvisio se realiza una conferencia político militar entre Ribbentropp y un ministro de Badoglio. Los italianos tratan de garantizarle al ministro alemán que cumplirán con sus acuerdos militares, pero es evidente que sólo tratan de ganar tiempo para resolver la situación crítica que enfrentan. El día 8 de agosto, Berlín llama al General von Senger que termina así su misión en Sicilia. A partir de ese momento todo el peso de la defensa y evacuación queda en manos del General Hube.
Gobierno italiano en tratos con los Aliados
El 13 de agosto los Aliados ocupan Randazzo y dos días después los británicos ocupan Taormina. El día 15 de agosto, los Aliados comienzan las negociaciones con el Gobierno Italiano. El día 17 de agosto los Aliados ocupan Messina y la Operación Husky llega a su fin. Como saldo de la Operación Husky, las fuerzas ítalo-alemanas perdieron 29 mil vidas y 140 mil fueron capturados, la mayoría soldados italianos. Estados Unidos tuvo 2237 muertos y 6544 heridos y capturados. Los británicos perdieron 2721 hombres y 10122 fueron capturados. Pese a todo, los alemanes lograron evacuar de Sicilia 100 mil hombres y 10 mil carros.
Fin de la Operación Husky
Para los Aliados, la Operación Husky se cumplió tal como había sido planificada, resultando ser la mayor operación anfibia jamás realizada, teniendo en cuenta el número de fuerzas desembarcadas y el tamaño de la línea de playas que fue mucho mayor que la de Normandía el Día-D. Si en Pantellería los Aliados probaron la efectividad del bombardeo de saturación para ser aplicado después contra las ciudades alemanas, en Sicilia se pusieron en práctica las tácticas de desembarco en gran escala, utilizando el nuevo anfibio DUKW que podía transportar por mar y tierra 25 hombres y 8 toneladas de equipo. Probó también la utilización nocturna de fuerzas aerotransportadas, detrás de las líneas enemigas antes del desembarco. Estratégicamente se cumplió la misión de la Operación Husky que era desalojar a las fuerzas del Eje de la isla para convertirla en la cabeza de puente para iniciar la invasión de Europa; consolidar la navegación sin oposición en el Mediterráneo y Mussolini era derrocado para lograr la capitulación de Italia
Resultado final
En el lado alemán, nada de lo ocurrido les tomó por sorpresa. En Berlín sabían desde hace mucho tiempo que en Roma se filtraban las informaciones que les permitían a los Aliados adelantarse a las operaciones del Eje en África. Hitler había manifestado muchas veces que esperaba la claudicación de Italia y era de suponer que ello ocurriría en el momento en que los Aliados pusieran pie en tierra firme. El General von Senger cumplió el encargo de evacuar a las fuerzas alemanas que serían necesarias para defender a Italia, gracias a la impecable línea defensiva realizada por el General Hube.
fuentes http://www.exordio.com
Fuente: http://www.life.time.com
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