lunes, 18 de febrero de 2013

EL FANTASMA DEL MERCADO DE TRIANA....Jo


El Castillo de San Jorge o de la Inquisición. El fantasma de la niña de blanco.

Dicen los vigilantes nocturnos, e incluso alguno de los comerciantes del mercado de Triana, que se asienta sobre el antiguo castillo de san Jorge, que en ocasiones han visto pasar la imagen vaporosa de lo que parece  ser una niña vestida de blanco. Unas veces se observa a través de las pantallas de seguridad y otras a simple vista. También de vez en cuando, los detectores de movimiento instalados permanentemente indican la presencia de "algo" en determinadas estancias, mientras que en las pantallas no aparece nada. Ruido de cadenas y golpes en la pared del mercado situada junto a la entrada del espacio expositivo del castillo también son frecuentes, hasta el punto de que hay vigilantes que han abandonado el trabajo o que solo montan guardia en el exterior del recinto. Algunos comerciantes más madrugadores, que llegan al recinto cuando aún es de noche, también se han encontrado con la misteriosa figura. Nadie sabe quien pueda ser (si es que realmente hay algo), pero lo cierto es que son muy pocos los que se atreven a entrar en el mercado durante la noche.

En el silencio de la noche, unas cadenas se arrastran bajo el suelo con un ruido incesante. El sonido estremecedor se une al de unos golpes en la pared. Mientras tanto, los sensores de las cámaras de seguridad registran movimientos cuando, aparentemente, nada ni nadie pasa por delante del objetivo. De una calle a otra del mercado, se cruza en la oscuridad una niña vestida de blanco.
Aunque parezcan leyendas urbanas, empleados de Astarté Custodia, la empresa que gestiona actualmente la seguridad en el Mercado de Triana, y de entidades que anteriormente se encargaban de la vigilancia en el recinto, han vivido experiencias que bien podrían ser objeto de estudio de «Cuarto Milenio».
¿Realidad o sugestión? «En el silencio de la noche, el 90% de los ruidos que uno oye suele ser por sugestión, y el miedo es el peor enemigo que existe. Si vienes predispuesto a escuchar ruidos, los escucharás», apuntaEleazar Álvarez, uno de los socios de Astarté Custodia. Y es que para realizar el turno de noche y hacer la ronda en el mercado, según explica Álvarez, «hay que echarle valor». Cualquier sonido puede ser susceptible de convertirse en una auténtica pesadilla. «Haces una ronda por las calles del mercado y oyes voces, te acercas a un puesto en concreto y resulta que es un transistor que alguien dejó encendido».
La experiencia es un grado y bien lo sabe otro de los socios de Astarté Custodia, Juan Manuel Guerrero, quien ha trabajado como vigilante nocturno durante muchos años. Infinidad de anécdotas podrían llenar las páginas de un libro. Ambos reconocen que para ejercer esta profesión hay que tener nervios de acero. «Hay gente que no ha aguantado el turno de noche y ha dejado el trabajo, e incluso un empleado se salió a la calle, puso una silla, y esperó ahí toda la noche hasta que amaneció», declaran.
Eleazar Álvarez explica que, para mantener la calma, es fundamental adjudicar el ruido a algo lógico. «Por ejemplo, hay veces que en la pantalla del ordenador, donde nos aparecen las imágenes que emiten todas las cámaras de seguridad, de noche suelen tener un punto de color verde que indica que no hay movimiento. Sin embargo, en ocasiones, en alguna de ellas el color ha variado a rojo, y eso indica que sí hay presencia o movimiento. Y en la pantalla, con los infrarrojos, no aparece nada ni nadie», por lo que él lo atribuye a una posible corriente de aire, por eso de intentar mantener la calma…
Empleados de seguridad que han pasado por la empresa, y por otras que anteriormente gestionaban la seguridad en el Mercado de Triana, han asegurado oír ruidos espeluznantes. «Han oído golpes en la pared, en la entrada al Museo del Castillo de San Jorge, y han tenido tanto miedo que ni siquieran podían ir al baño», asegura Álvarez.
Para garantizar la seguridad en el recinto, cada hora se realizan rondas y se revisan los puestos y las calles, que todo esté bajo control. «Uno se acostumbra, no le queda más remedio, a trabajar en la noche, pero hay que tener mucho control de los nervios», explica Juan Manuel Guerrero.
Y es que te pueden jugar una mala pasada. «Si vengo a ver a un compañero que hace vigilancia nocturna, llamo al timbre y espero a que abra, aunque yo tenga llave, porque ante cualquier ruido, es mejor anticiparte antes que preguntar, y te defiendes», explica Álvarez. De ahí que ambos coincidan en que el mayor peligro «eres tú mismo, hay que controlar las situaciones y saber actuar para no entrar en pánico». Por su parte, Guerrero afirma que la noche es el mejor turno porque nadie te molesta, «aunque no te puedes fiar ni de tu sombra». Todas estas vivencias que aseguran haber vivido varios empleados, recuerdan a la del Cine Fantasio, donde «decían los inquilinos que escuchaban movimientos de muebles, e incluso algunos se los encontraban cambiados de lugar».
Noches de adrenalina que no resiste cualquiera. Sin embargo, Antonio Miranda asegura «temer más a los vivos que a los fantasmas». Dice haber visto, en la noche de Todos los Santos, cuando él trabaja en su puesto de flores, una especie de vapor blanco. «Era como una niña vestida de blanco, de comunión, y jugaba en una de las calles del mercado». A este comerciante, los espectros no le asustan. Por ello, se queda impasible ante estos fenómenos, y cualquier figura no humana que pueda ver en la noche la contempla con serenidad. ¿Realidad o sugestión? Pasar una noche en el mercado es la condición para obtener la respuesta. ¿Quién se atreve?


El origen del Castillo de San Jorge es desconocido, aunque se supone fueron los visigodos sus primeros pobladores, siendo erigido para defender a la escasa población de los ataques de Leovigildo.

En 1.171, Abu Yacub Yusuf, rey de Sevilla, mandó construir el puente de barcas amarrando las gruesas cadenas a los muros del castillo. Durante casi siete siglos fue la única comunicación de Sevilla con Triana, el Aljarafe y la Sierra Norte.
Plano de Sevilla, en el que puede observar el puente de barcas y el Castillo de San Jorge.
Ambrosio Brambilla, 1.585. Biblioteca Nacional de España.
Las primeras noticias escritas sobre el castillo datan de 1.178, cuando el infante don Sancho, hizo una acometida contra los moros de Sevilla, atacando el Castillo de Triana. Formalizado el cerco a Sevilla por el rey San Fernando en 1.247 se sucedieron los ataques al castillo aún ocupado por los moros, pasando a poder cristiano en 1.248.

En el siglo XV, los años y el estado civil de la monarquía dejaron obsoletas las fortalezas como el Castillo de Triana, cuyo cuidado se abandonó, siendo habitado por distintas familias, que mantenían el culto a la iglesia de San Jorge. En 1.481 fue ocupado por el Tribunal de la Santa Inquisición. 
Escudo de la Inquisición española. 
A ambos lados de la cruz, la espada simboliza el trato a los herejes
 y la rama de olivo la reconciliación con los arrepentidos. 
Rodea el escudo la leyenda «EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM. PSALM. 73»
que en latín significa Álzate, oh Dios, a defender tu causa. Salmo 73.
La Inquisición, contrariamente a los que muchos piensan, no tiene origen español. Fue creada por medio de la bula papal Ad abolendam, emitida a finales del siglo XII por el papa Lucio III como un instrumento para combatir la herejía cátara en el sur de Francia (con gran protagonismo nuestro santo Domingo de Guzmán). Existieron Tribunales de la Inquisición Pontificia en varios reinos cristianos europeos durante la Edad Media, siendo los más activos los del norte de Italia y sur de Francia.
Santo Domingo presidiendo un auto de fe contra los albigenses.
Pedro Berruguete, 1.475.
La Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución fundada en 1.478 por los Reyes Católicos, primero en Aragón y luego en Castilla, para mantener la ortodoxia católica en sus reinos, o al menos ésa era la excusa. Muchos veían en la Inquisición una manera de arrebatar a los judíos sus bienes o también una forma de controlar a los nobles, que en ciertas zonas fronterizas campaban a sus anchas. En Sevilla era el caso de los Guzmanes y los Ponce de León, que durante décadas se combatieron activamente.  De cualquier manera, sirvió para mantener la unidad política y religiosa del país, así como para financiarse en la guerra contra el infiel.

Autores como Juan Gil, sostienen la Inquisición acaba convirtiéndose en "un arma de la xenofobia". "Cuando apenas quedan conversos judíos y luteranos, se dirige contra los moriscos portugueses que residían en Sevilla y contra el que fuera". Sin ir más lejos, Santa Teresa de Jesús, San Juan de Ávila o Fray Luis de León fueron juzgados en su momento por la Inquisición y, si bien lograron burlar a la hoguera, no pudieron impedir que sus escritos fueran severamente censurados por los afanosos inquisidores. Alternando diferentes etapas de elevada actividad con otras de acusado ostracismo, el Tribunal del Santo Oficio no se abolió definitivamente hasta 1.834, durante el reinado de Isabel II.
Santa Teresa de Jesús.
San Juan de Ávila.
Fray Luis de León.
Sevilla ocupa un lugar destacado en la historia de la Inquisición Española. Aquí fue creado en 1.480 (dos años después de la fundación de la institución) el primer Tribunal de la Inquisición, el cual desarrolló tal eficacia en sus primeros cincuenta años que tuvieron que bajar el ritmo porque no había cárceles ni dineros para mantener a los presos. Cada año tenían lugar decenas de miles de procesos y se quemaban en la hoguera miles de condenados. Las ejecuciones se llevaban a cabo en el quemadero de San Diego, en los terrenos de la actual Tablada, que fue utilizado por última vez en 1.781.
Iglesia de la Magdalena, antiguo convento dominico de San Pablo
el Real, primera sede de la Inquisición en Sevilla.
Pero no sólo se quemaron judíos; hay constancia de la quema de clérigos y frailes, dándose el caso de quemar de manera póstuma, aquellos condenados muertos con anterioridad al juicio (a veces con muchos años de anterioridad), desenterrando sus huesos de los cementerios de la ciudad, por aquel entonces en la Trinidad, San Agustín y San Bernardo, para ser quemados y, por supuesto, desposeídos de sus propiedades. La Inquisición no solamente castigaba a los infractores, sino también a sus descendientes, que podían tardar siglos en borrar esa “mancha” del historial familiar.

Los primeros presos de la Inquisición sevillana fueron “alojados” en lo que fue el convento de San Pablo el Real de los dominicos, actual iglesia de la Magdalena, que aún conserva en sus muros el fresco pintado por Lucas Valdés “El suplicio de Diego Duro”; en él se representa un auto de fe y a un hereje conducido al quemadero que es identificado tradicionalmente con Diego López Duro, mercader de Osuna.
El suplicio de Diego Duro. Lucás Valdés, hacia 1.705.
Fruto de la eficiencia del  Tribunal, estas iniciales instalaciones pronto resultan escasas, por lo que siendo Inquisidor General de España don Fernando Valdés, cardenal arzobispo de Sevilla, manda su traslado al Castillo de San Jorge, en el arrabal de Triana, que había sido edificado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, y que contaba con 26 cárceles dotadas de todas las “comodidades” propias de la institución, incluida la Iglesia de San Jorge, primitiva parroquia de Triana.

La Inquisición realizaba sus autos de fe, primero las gradas de la Catedral, y más tarde la Plaza de San Francisco aunque, cuando se necesitaba más “intimidad”, se usaban las iglesias de Santa Ana y San Marcos, además del convento de San Pablo.

Más de 120 años después del comienzo de la Inquisición en Sevilla era Inquisidor General Fernando Niño de Guevara, personaje caracterizado por su intransigencia: durante su cargo mando ejecutar a más de dos mil personas, teniendo que renunciar por orden del Rey en 1.602, debido a las múltiples quejas. Un año antes, había sido nombrado Cardenal de Sevilla, donde ejerció el cargo hasta su muerte. Una fecha clave en su historia hispalense, fue el Sínodo de 1.604, en el cual el Cardenal, en un alarde de soberbia, obligó a las Cofradías de Sevilla a pasar por el Palacio Arzobispal, lo que se considera el origen de lo que hoy en día es la Carrera Oficial a la Santa Iglesia Catedral en Semana Santa.
Fernando Niño de Guevara, Inquisidor General y Cardenal de Sevilla.
El Tribunal ocupó el Castillo de San Jorge hasta 1.626, en el que muy deteriorado por las fuertes arriadas hubo de abandonarlo. En 1.627 fue concedido al Conde Duque de Olivares para cuidar de su reparación y evitar el fraude de mercaderías que se realizaban en su puerta. Hacia 1.639, ya reparadas las ruinas, volvió a ocuparlo la Inquisición hasta su traslado definitivo en 1.785, debido a lo insostenible de su estado dada su antigüedad y afectación ante las continuas inundaciones.
Vista de las instalaciones del Castillo desde el Puente de Triana.
Tras la marcha del Tribunal, se legó el castillo a la ciudad con tributo perpetuo por parte de la Real Hacienda, para su derribo, con el fin de comunicar el Altozano con la calle Castilla, quedando un solar en el que se construyeron viviendas y el Mercado de Abastos de Triana.
Sala Sensorial.
Consta de tres espacios, con sus correspondientes proyecciones:
el juicio de valor, el abuso de poder y las víctimas.
Sepultado bajo el Mercado permaneció, hasta que las obras de rehabilitación de éste permitieron descubrir los restos que se hallaban bajo tierra: la casa del portero, las cuadras, las casas del nuncio y el notario, la cocina, la bodega, la casa del Primer Inquisidor o la de los Familiares.
Tras la Sala Sensorial, accedemos a la barbacana bajando un tramo de escalera.
Barbacana del Castillo de San Jorge.
Restos encontrados, expuestos en la barbacana.
Maqueta del Castillo de San Jorge.
Más restos de la barbacana.
Vista del río, desde la barbacana.
Otro rincón de la barbacana.
Concluidas las obras del Mercado, se inició la recuperación del Castillo y su exposición en forma de museo. Ocho años y 2,5 millones de euros más tarde,  en diciembre de 2.009, se inauguró este espacio olvidado por (casi) todos.

Dotado de las técnicas museísticas más modernas, el edificio consta de varias salas y espacios expositivos que proponen un recorrido histórico por la que fue sede del Tribunal de la Santa Inquisición entre los siglos XV y XVIII. En concreto, el Castillo, con 1.400 metros cuadrados de exposición divididas en dos plantas, cuenta con seis partes diferenciadas donde se pueden encontrar, entre otras, una sala sensorial, una pasarela interpretativa, una galería de personajes o un muro de la reflexión.

El Castillo de San Jorge poca guía necesita. Ya el personal del mostrador de entrada se muestra encantador, explicándonos de forma general lo que nos vamos a encontrar y lo que significó en su tiempo, además de entregar documentación orientativa. El recorrido no admite pérdida, pues no hay bifurcaciones ni desvíos, por lo que tan sólo nos tenemos que dedicar a admirar la exposición. Exposición por la que se debe felicitar al equipo encargado de la musealización, pues de una cantidad relativamente pequeña de restos han logrado colocarlos y complementarlos mediante paneles explicativos y proyecciones de tal forma que la visita  se puede decir que "me llenó". Las audioguías, además, (amén del acceso), son totalmente gratuitas, lo que supone un tanto más a favor.
Pasarela interpretativa. La cuadra.Los inquisidores se desplazaban en mulas que se mantenían en esta cuadra, con acceso desde la calle. Dispone de cinco amarres y un pozo con su pilón para dar de beber a las bestias.
Pasarela interpretativa. La casa del portero.
El portero y su mujer ejercían las labores de vigilancia y servicio. Es una casa popular típica andaluza de pequeño patio central, escalera exterior, leñera, despensa y una cocina en la planta baja, con el dormitorio en la planta alta. Los porteros eran oficiales menores de la Inquisición, como también lo eran los despenseros, médicos, capellanes,etc.
Pasarela interpretativa. Las casas del Nuncio y del Notario.
Casas adosadas del Nuncio Papal y del Notario del Secreto, encargado de redactar los documentos del proceso. Son típicas casas de patio andaluz con escalera y doble altura y vistas al interior de la ciudadela y al río.
Pasarela interpretativa. La cocina.
La cocina y el pozo se sitúan dentro del área de servicio del Inquisidor e inmediatas a un patio y a un espacioso salón que oficiaba de comedor. Los fogones se alimentaban con carbón vegetal, cuya combustión se avivaba con soplillos, un modo tradicional que se ha conservado hasta mediados del siglo XX.
Fogones de la cocina.
Pasarela interpretativa. Cuartos de los Familiares.
Los Familiares, servidores laicos del Santo Oficio, eran una especie de policía cuya misión consistía en interponer las denuncias o detener a los herejes. Las familiaturas fueron codiciosamente apetecidas, incorporándose a ellas gentes de todos los estratos sociales, en especial de la nobleza. Al igual que los oficiales inquisidores, podían portar armas y sólo podían ser juzgados por la Inquisición.
Pasillo interior del Castillo de San Jorge.
Pasarela interpretativa. Las cárceles.
Detrás de este muro se encontraban las cárceles "bajas" de la muralla oeste, junto a la actual calle San Jorge. Eran pequeñas y oscuras, aunque disponían de un pequeño jardincillo. La ciudadela del Castillo de San Jorge contuvo entre 26 y 30 cárceles, llamadas "secretas", destruidas en la construcción del mercado en 1.820. Las llamadas "bajas" formaban agrupaciones adosadas a las murallas. Había también doce cárceles "altas" en las torres, entre las que se encontraba la llamada "cámara del tormento", en la torre de San Jerónimo, que daba a la actual Plaza del Callao.
Pasarela interpretativa. La Capilla de San Jorge.
La capilla del castillo fue utilizada principalmente por los inquisidores, tanto para oficiar misa como para escucharla desde una tribuna. El pueblo también podía asistir a los oficios. Conservó la advocación de la primitiva parroquia de Triana y posterior ermita, ubicada en este castillo. La dedicación a San Jorge fue mantenida porque este santo luchó contra el dragón, encarnación del Diablo. Se conservan restos del pórtico exterior, parte de la nave con la base del altar y la sacristía.
Otra imagen de los restos de la Capilla.
Pasarela interpretativa. La casa del Primer Inquisidor.
Era la de mayor, de patio con galería, doble altura, amplios salones y torre mirador. Disponían también de cuadras, bodegas y de un área de servicio con personal y cocina propios, despensa, pozo, etc. Junto con los Fiscales, Contadores y Receptores constituían el grupo de Oficiales Mayores.
Pasarela interpretativa. La Bodega.
Las casas principales disponían de bodegas o fresqueras, que mantenían unas condiciones estables de  humedad, temperatura y luminosidad. En ellas se conservaban alimentos (chacinas, queso) y vino. Consta que esta bodega fue usada también para dormir fresco en las noches de verano de calor extremo.
Muro de la Reflexión.
Un teatro multimedia en el que se nos narra la historia de Marcela, víctima del Santo Oficio,  una Galería de catorce personajes de relevancia en la historia de la Inquisición y este Muro de la Reflexión, que nos lleva a comparar la Declaración Universal de los Derechos Humanos con lo sufrido por las víctimas del Tribunal, completan el recorrido por este Castillo de San Jorge, con salida final al mismísimo Mercado de Triana.
Muro exterior del Castillo de San Jorge, desde dentro.
Detalle del mismo muro.
Nuevo detalle.
No sé lo que ha costado en su totalidad la excavación y rehabilitación de estos restos, pero viendo en las pamplinas que muchos de nuestros dirigentes locales gastan el dinero a espuertas (y que conste que aquí nadie ha hablado de las setas de la Encarnación, ni del Estadio Olímpico, ni de las catenarias de pon y quita), bien invertido está, que les ha quedado estupendo y no deja de ser historia de nuestra ciudad.
Callejón de la Inquisición.
Hasta hace poco, el único resto visible del Castillo de San Jorge.


FUENTE: LEYENDAS DE SEVILLA

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