viernes, 19 de abril de 2013

GENERALFELDMARSCHALL FERDINAND SCHÖRNER





Ferdinand Schörner fue uno de los últimos mariscales nombrados por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y tal vez uno de los más controvertidos. Nacido en junio de 1892 en Munich, era hijo de un oficial de policía y cuando en 1911 dejó los estudios ingresó como voluntario en el Ejercito Bávaro por un espacio de tiempo de un año. Tras esta corta experiencia militar  comienza a estudiar filosofía y lenguas modernas con intención de convertirse en docente. Su carrera académica es cortada de repente por el estallido de la Primera Guerra Mundial, contienda en la que tan solo alcanzó los grados de teniente y capitán al mando de una compañía. A pesar de la relativa baja graduación demostró gran valor, circunstancia por la cual le fueron concedidas las más altas condecoraciones, la Cruz de Hierro y  la medalla Pour le Merite así como la reputación de soldado duro.

Tras la guerra y durante el caótico periodo siguiente, Schörner se alistó en el famoso Freikorps liderado por Ritter von Epp en la lucha contra los comunistas antes de ingresar en el pequeño ejército alemán de la República de Weimar, el Reichswher. Durante los años 20 entra a formar parte del Estado Mayor de dicho ejército y en 1931  es nombrado instructor en tácticas e historia militar de la escuela de infantería de Dresde. En 1937 alcanza el grado de teniente coronel y se le otorga el mando del 98º Regimiento de Infantería de Montaña, y es con este tipo de tropas donde alcanzara la mayor notoriedad.

Durante la campaña polaca de 1939 y con su regimiento alpino actúa de forma muy brillante así como en los primeros días de la Batalla de Francia por lo que a finales de mayo de 1940 obtiene el mando supremo de la 6ª Division Alpina. Ya como general, interviene en la campaña de Grecia siempre al frente de sus desafortunados y sufridos hombres, haciendo honor a su carácter estricto y brutal. Uno de sus lemas era “el miedo ahorra sangre”.

Schörner fue subiendo progresivamente su graduación así como las unidades bajo su mando a través de la difícil y amarga guerra contra la Unión soviética siendo siempre destinado allí donde existiesen grandes dificultades. Nacionalsocialista convencido, no tuvo problemas de conciencia con las atrocidades cometidas durante el transcurso de la guerra en el frente oriental, por lo que siempre fue bien visto por Hitler y su camarilla de generales, gracias a esta circunstancia y su férreo manejo de la situación se le fue concedida al Cruz de Caballero en todos sus grados.

A principios de 1945, al entonces Coronel-General Ferdinand Schörner se le concedió el mando del Grupo de Ejércitos Centro que estaba a punto de ser colapsado, estabilizando la situación del frente gracias a una serie de batallas dilatorias contra las superiores fuerzas del Ejército Rojo. En abril de 1945, ya en los últimos compases de la guerra, Hitler le nombra mariscal e incluso le nombra comandante en Jefe del Ejército en su testamento político.

Si bien la imagen de brutalidad de Schörner fue mantenida durante toda la guerra, es a finales de la misma cuando sus acciones crearon gran controversia.  Justo en los últimos días de la guerra, en mayo de 1945 cuando sus tropas seguían luchando en Praga con la esperanza de ser liberada por tropas estadounidenses en lugar de soviéticas, Schörner viendo que esa posibilidad no se podía producir, escapa hacia el Tirol en su avión particular vestido de civil con la estrambótica idea de organizar la ultima resistencia en el “Alpenfestung” o reducto alpino. Convencido que toda resistencia es inútil, al final se entrega a los norteamericanos que lo entregaron a los soviéticos para ser juzgado.

Schörner fue condenado a 25 años de prisión, sentencia que fue conmutada y liberado en el año 1955 siendo entregado nuevamente ante un tribunal, en este caso de la Alemania Federal con los cargos de asesinato. Tras dos años más de prisión, el último de los mariscales de Hitler murió de un ataque al corazón en 1973.

El mariscal soviético Konev escribió de él:  “Si no hubiese sido por Schörner, el Ejército Rojo hubiese entrado directamente en Baviera” pero lo cierto es que la imagen del mariscal Ferdinand Schörner siempre estará ligada a la brutalidad ejercida y al final incluso a actos de cobardía y deserción que supuso el abandono de su puesto al frente de sus tropas en Praga y su huida rocambolesca al Tirol.

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