Al día siguiente desembarcaron varios marineros y se encontraron el fuerte reducido a cenizas y todo desperdigado y roto por alrededor, pero de los españoles del fuerte no vieron a ninguno, ni vivo ni muerto, ¿dónde estaban?.
Estos marineros fueron a informar a Colón de la situación y éste no bajó a comprobarlo hasta el día siguiente. Hizo una ronda alrededor de la zona buscando indios que le pudiesen explicar lo acontecido pero todos huían hacia la selva. Frustrado regresó a la nao Marigalante. Más tarde llegó a las naves una canoa de indios de Guacanagarí que le explicaron que el cacique no podía ir a visitarle porque se encontraba herido y le invitaba a él a visitarle cerca de su poblado.
Colón acudió a la cita ansioso por saber qué había ocurrido y se encontró al cacique recostado en una camilla con una pierna vendada. Explicó que en la lucha por defender el fuerte Navidad resultó herido. El médico de la expedición D. Diego ílvarez de Chanca se ofreció a ayudarle y le examinó, pero no observó ninguna herida. Podría parecer que estuviese fingiendo pero el daño podría ser interno, aunque algunos sospecharon.
El cacique les contó que Caonabo, uno de los caciques más poderosos de la isla y de origen caribe, celoso del poder de los invasores, observó que el grupo dejado en el fuerte se dividió en dos por disensiones entre ellos provocadas por el oro y las mujeres. Uno de estos grupos decidió abandonar el fuerte e internarse en la isla en donde fue fácilmente cazado por los guerreros de Caonabo. Inmediatamente éstos se dirigieron al fuerte a finiquitar la tarea y terminar con los restantes marineros que allí permanecían junto a Diego de Arana. Objetivo alcanzado a pesar del apoyo prestado por Guacanagarí a los cristianos, cuyo poblado también fue arrasado y quemado, como bien pudo comprobar Colón al visitarlo disipando las pocas dudas que pudiese tener sobre la lealtad del cacique taíno.
Volvieron al fuerte y el almirante quiso comprobar si los marineros asesinados habían cumplido la orden de ir guardando el oro que encontrasen en un pozo escarbado en el fuerte a tal efecto. Cavaron hasta llegar al fondo y no encontraron nada.
Estos hechos fueron un duro golpe para Colón ya que tenía fundadas esperanzas de que aquellos 39 marineros dejados en el fuerte hubiesen avanzado en la exploración de la zona y realizado importantes hallazgos. Sin embargo aquello se convirtió en un fracaso frente a los castellanos y los reyes. Su prestigio comenzó a palidecer.
Ante el evidente peligro de que Caonabo volviese a atacar la zona decidieron buscar un emplazamiento más seguro hacia el este y allí fundar la primera ciudad española en el Nuevo Mundo: La Isabela.
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