En los mercados medievales la profesión más difundida y exitosa era la del regatón o regatero/a que, en general, estaba en manos de mujeres.
Su trabajo consistía en la compra-venta de una serie de productos, como volatería y pequeños animales de corra, caza menor, huevos, leche, queso, horatalizas y frutas.Los adquirían a los campesinos de zonas próximas a las ciudades y los reve
ndían en el mercado.
Las regateras se ganaron justa fama de avariciosas, lo que las hizo muy impopulares. En la literatura de la época llega a decirse que eran gente ociososas, que pululaban por todas partes y tan mentirosas que: "si decían la verdad se les caían los dientes."
El florentino Antonio Pucci, en la segunda mitad del siglo XIV, decribió a los regateros/as como granujas y provocadores y explicó que, en epócas de carestía, gracias a su habilidad para la especulación, llegaban a acumular grandes riquezas, lo que obligaba a las autoridades a tomar medidas para evitar que implantaran precios abusivos en productos de primera necesidad.
El mismo Pucci los describe como personas siempre dispuestas a reñir y a darse por ofendidos: "Cree el regatón tener la razón y se muestra mal hablado y por un par de castañas en mal estado es capaz de llegar a las manos y a tratarte de puta".
En "Le ménagier de Paris" (los oficios de París), una compilación de costumbres escrita en el siglo XIV, se califica a los regratières como las reinas del mercado.
Su presencia tambíen esta constatada en Zamora, donde las venditrices fructuum abarrotan el mercado de la ciudad en el siglo XIII.
El florentino Antonio Pucci, en la segunda mitad del siglo XIV, decribió a los regateros/as como granujas y provocadores y explicó que, en epócas de carestía, gracias a su habilidad para la especulación, llegaban a acumular grandes riquezas, lo que obligaba a las autoridades a tomar medidas para evitar que implantaran precios abusivos en productos de primera necesidad.
El mismo Pucci los describe como personas siempre dispuestas a reñir y a darse por ofendidos: "Cree el regatón tener la razón y se muestra mal hablado y por un par de castañas en mal estado es capaz de llegar a las manos y a tratarte de puta".
En "Le ménagier de Paris" (los oficios de París), una compilación de costumbres escrita en el siglo XIV, se califica a los regratières como las reinas del mercado.
Su presencia tambíen esta constatada en Zamora, donde las venditrices fructuum abarrotan el mercado de la ciudad en el siglo XIII.
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