Sedgwick nació en las Colinas Litchfields en el pueblo de Cornwal, Connecticut. Nombrado en honor de su abuelo, John Sedgwick (her
mano de Theodoro Sedgwick), fue un general que participó en la Independencia Estadounidense bajo el mando de George Washington. Después de trabajar como profesor dos años asistió a la Academia Militar de Estadounidense, se graduó en 1837, y fue nombrado teniente en la división de artillería del ejército Estadounidense. Peleó en las Guerras Semínolas y recibió dos ascensos brevet en la guerra con México, ascendido a capitán por la batalla de Padierna y la de Churubusco, y después a mayor por la batalla de Chapultepec.
Después de regresar de México fue transferido a la división de caballería y sirvió en Kansas, en la Guerra de Utah contra el levantamiento de los mormones y en las Guerras Indias.
A principios de la Guerra Civil, Sedgwick sirvió como coronel e Inspector General Asistente del Departamento Militar de Washington. No asistió a los comienzos de la guerra en la Primera batalla de Bull Run puesto que se estaba recuperando de cólera. Promovido a brigadier general el 31 de agosto de 1861, comandó la Segunda Brigada de la división del Mayor General Samuel P. Heintzelman en el Ejército de Potomac, después su propia división, la designada Segunda división de II cuerpo para la Campaña Peninsular. En Virginia, peleó en Yorktown y Seven Pines y fue herido en el brazo y la pierna en la batalla de Glendale. Fue promovido a mayor general el 4 de julio de 1862.
En la batalla de Antietam, el comandante del II Cuerpo, Mayor General Edwin V. Summer impulsivamente envió a la división de Sedgwick a un asalto en masa sin el reconocimiento necesario lo que causó que la división se enfrentara a fuerzas confederadas que la superaban en número, bajo el mando del Mayor General Thomas J. "Stonewall" Jackson y desde tres lados a la vez, lo que resultó en 2200 bajas. El mismo Sedgwick fue herido por tres balas, en la muñeca, pierna y hombro, lo que causó que estuviera fuera de la acción hasta después de la batalla de Fredericksburg.
Su muerte...
Desde luego, aquel 9 de mayo de 1864 no fue un buen día para el bueno del General unionista John Sedgwick (1813-1864).
Se libraba la Batalla de Spotsylvania y el General se encontraba observando las tropas atrincheradas y las posiciones de la artillería.
Les separaban cerca de 900 metros de las trincheras enemigas pero, de vez en cuando, las balas de los francotiradores confederados silbaban en el aire.
Allí vio como uno de sus soldados se tiraba al suelo cuando silbó una nueva bala.
El General dijo entre risas, "¡Qué hombres, esquivando de este modo las balas! ¿Qué van a hacer cuando abran fuego a lo largo de toda la línea? ¡Si no podrían alcanzar ni a un elefante a esta distancia! "
Pocos segundos después, otro soldado pasó justo delante del general, y en ese mismo momento el agudo silbido de otra bala pasó muy cerca.
El soldado echó cuerpo a tierra y entonces Sedgwick le tocó suavemente con el pie y, en tono de broma, repitió la frase:
“¡No podrían alcanzar ni a un elefante a esta distanc...”
Antes de que pudiera acabar la frase sonó por tercera vez el mismo silbido estridente y...
... el certero disparo de un hábil francotirador confederado, que no aspiraba cazar ningún elefante, colocó una bala justo bajo el ojo izquierdo del desdichado General, que falleció en el acto.
Irónicamente, y por desgracia para él, los confederados resultaron ser buenos tiradores aquel día.
Después de regresar de México fue transferido a la división de caballería y sirvió en Kansas, en la Guerra de Utah contra el levantamiento de los mormones y en las Guerras Indias.
A principios de la Guerra Civil, Sedgwick sirvió como coronel e Inspector General Asistente del Departamento Militar de Washington. No asistió a los comienzos de la guerra en la Primera batalla de Bull Run puesto que se estaba recuperando de cólera. Promovido a brigadier general el 31 de agosto de 1861, comandó la Segunda Brigada de la división del Mayor General Samuel P. Heintzelman en el Ejército de Potomac, después su propia división, la designada Segunda división de II cuerpo para la Campaña Peninsular. En Virginia, peleó en Yorktown y Seven Pines y fue herido en el brazo y la pierna en la batalla de Glendale. Fue promovido a mayor general el 4 de julio de 1862.
En la batalla de Antietam, el comandante del II Cuerpo, Mayor General Edwin V. Summer impulsivamente envió a la división de Sedgwick a un asalto en masa sin el reconocimiento necesario lo que causó que la división se enfrentara a fuerzas confederadas que la superaban en número, bajo el mando del Mayor General Thomas J. "Stonewall" Jackson y desde tres lados a la vez, lo que resultó en 2200 bajas. El mismo Sedgwick fue herido por tres balas, en la muñeca, pierna y hombro, lo que causó que estuviera fuera de la acción hasta después de la batalla de Fredericksburg.
Su muerte...
Desde luego, aquel 9 de mayo de 1864 no fue un buen día para el bueno del General unionista John Sedgwick (1813-1864).
Se libraba la Batalla de Spotsylvania y el General se encontraba observando las tropas atrincheradas y las posiciones de la artillería.
Les separaban cerca de 900 metros de las trincheras enemigas pero, de vez en cuando, las balas de los francotiradores confederados silbaban en el aire.
Allí vio como uno de sus soldados se tiraba al suelo cuando silbó una nueva bala.
El General dijo entre risas, "¡Qué hombres, esquivando de este modo las balas! ¿Qué van a hacer cuando abran fuego a lo largo de toda la línea? ¡Si no podrían alcanzar ni a un elefante a esta distancia! "
Pocos segundos después, otro soldado pasó justo delante del general, y en ese mismo momento el agudo silbido de otra bala pasó muy cerca.
El soldado echó cuerpo a tierra y entonces Sedgwick le tocó suavemente con el pie y, en tono de broma, repitió la frase:
“¡No podrían alcanzar ni a un elefante a esta distanc...”
Antes de que pudiera acabar la frase sonó por tercera vez el mismo silbido estridente y...
... el certero disparo de un hábil francotirador confederado, que no aspiraba cazar ningún elefante, colocó una bala justo bajo el ojo izquierdo del desdichado General, que falleció en el acto.
Irónicamente, y por desgracia para él, los confederados resultaron ser buenos tiradores aquel día.
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