Espero que os resulte agradable esta pequeña historia de la Biblioteca de Alejandria y la tenacidad de aquellos que no quisieron que esta quedara en el olvido y la oscuridad de los tiempos...Al igual que ell@s, que lucharon, una y otra vez contra el fuego, la injusticia, los incendios reales, las piras legendarias y las quemas morales, surgieron como el Ave Fenix de sus cenizas, por que la historia verdadera, debe ser conocida por tod@s, para que todo el saber de la antiguedad sea hoy día reconocido y aceptado como algo normal.
Quemar libros es una manía pertinaz en las dictaduras, las guerras y las invasiones, que han sufrido cientos de lugares de saber de la antiguedad, e incluso hoy en día sigue siendo el juego preferido de los que prefieren crear la historia a su manera, uno de estos lugares es la Biblioteca de Alejandría, que ha sufrido como ningún otro a lo largo de al historia, incluso, aquí ha habido fuegos falsos, como el atribuido al general árabe Amru en el siglo VII.
Como demostró Pablo de Jevenois, diplomatico y consejero cultural, en un articulo titulado "El fin de la Gran Biblioteca de Alejandría, la leyenda imposible", las llamas musulmanas son sólo habladurías cristianas; los árabes no pudieron incendiar la Biblioteca sencillamente porque no existía cuando ellos llegaron.
Aun así, no se puede negar que las llamas morales como las reales redujeron a cenizas los libros de sus anaqueles en varias ocasiones. Pero en Alejandría han insistido tozudamente en el renacimiento de su mitica biblioteca. La unesco apadrinó el proyecto, que surgió precisamente a raíz de la publicación de un libro titulado "La Antigua Biblioteca de Alejandría: vida y destino", del historiador egipcio Mustafá El-Abbadi. El estudio y su autor tuvieron la capacidad de agitar mentes e implicar al Rector de la Universidad de Alejandría Lutfi Dowina. Éste empeñó en el proyecto al Gobierno egipcio, que cedió 45.000 metros cuadrados de terreno en Silsileh, en el centro de la ciudad y mirando al Mediterráneo desde el muelle oriental del puerto.
El lugar tiene un aspecto simbólico, pues en él estabelció Alejandro Magno el germen de lo que sería una de las ciudades más importantes de la Antiguedad, nada más tomar Egipto en el año 331 A.N.E.
No fue el gran Alexandros el fundador de la Biblioteca, sino su sucesor Ptolomeo I Soter, que encargó a los griegos Demetrio de Falera -el primer bibliotecario- y Eudoxio que formaran la colección de libros. Pero el que les enseñó a almacenar y archivar volúmenes fue Aristóteles y, bajo sus consejos, un ejercito esta vez no para la guerra, sino por el bien de la cultura a recorrer Egipto en busca de papiros, así como también por el resto del mundo conocido a la caza de libros que fueron traduciéndose al griego. Además, todo barco que recalara en el puerto tenía la obligación de aportar los manuscritos que poseyera y obtenía copias a cambio.
El resultado fue una biblioteca adosada a un Museo, cuyo catálogo realizado por Calimaco de Cirene en tiempos de Ptolomeo II ocupaba 120 rollos de pápiro. Había entonces unos 490.000 volúmenes, que trataban de retórica, derecho, poesía, historia, matematicas, ciencias, astronomía y medicina. Los sucesivos reyes ptolomeos aumentaron el patrimonio y crearon la Gran Biblioteca; a su sombra y dentro del Templo Serapeum estuvo la Biblioteca Hija.
Aristoteles |
Vitrubio (Siglo I) en su obra "De Architectura"llamaba a la gran colección de libros, papiros y manuscritos "La memoria de la Humanidad". Tito Livio calificaba el Museo y la Biblioteca como "el más bello de los monumentos" y contaba que tenía muchas salas con estantes, los llamados "armaria", y habitaciones para el trabajo de los escribas y los dibujantes, que cobraban por linea copiada.
En su apogeo había más de cien sabios divididos en filólogos y filósofos -peripatéticos-. Fue la primera Universidad de la historia con departamentos de investigación. Los cursos no eran regulares, sino que, por ejemplo, alumnos y maestros -cuyos sueldos salían de las arcas reales- acudían a banquetes en los que se discutían ideas científicas y filosóficas, los llamados "symposios".
La primera pira se debe a un gran prócer: Julio Cesár. Cuenta Lucano en su "Farsalia" que el emperador mandó prender fuego a su flota y a la de los ptolomeos anclada en el puerto alejandrino y que se fueron extendiendo por la ciudad, hasta alcanzar la Biblioteca. ësta fue su primera quema en el 47 A.N.E.
Teodosio I. |
La segunda llegó por orden del Emperador cristiano Teodosio, que en el año 391 ordenó el cierre de todos los templos paganos. El Serapeum, donde estaba la Biblioteca Hija, fue pasto de las llamas. Dos destrucciones más alcanzaron la ciudad de Alejandría en los siglos VI y VII. Así que cuando desembarcaron los árabes en 639 ya no había nada que quemar, la Biblioteca hacía muchos años que había dejado de existir. Parece que quedaban algunos libros en casas particulares que sus dueños se apresuraron a abandonar. El poco papel, pergamino o papiro que quedaba fue usado por los árabes para calentar los baños.
Al cabo de 1348 años, o sea, en 1987 Alejandría se dispuso a retomar su papel de puente entre Oriente y Occidente. La Unesco implicó a varios países; Alemania aportó el sistema de trasporte de libros; Noruega, el mobiliario de las salas de lectura; Italia, el laboratorio de restauración de manuscritos; Japón, el equipo audiovisual; Francia, unas 2000 publicaciones cientificas, miles de libros y el sistema informático...Y así las guerras de naciones, volvieron a convertirse en acuerdos entre países para convocar un concurso de proyectos arquitectónicos que ganó el estudio noruego Snohetta, otro triunfo de la cultura.
Podría seguir explicando como es la actual Biblioteca, sus salas, su museo, sus libros, sus sistemas de restauración, su arquitectura, su palacio de congresos y las cientos de maravillas que completan esta nueva Biblioteca, pero lo más importante, creo que es, la idea esperanzadora que nos ofrece la propia Biblioteca en si, la Cultura es un Ave Fenix que renace de sus cenizas una y otra vez, la Cultura puede ser intentada acallar de mil maneras diferentes y así se ha visto a lo largo de los siglos, pero solo hace falta el esfuerzo de una persona para que esa idea, ese saber y esa ansía por conocer que tenemos, nos permita hoy en día alcanzar cada día un poco de aquel saber que se perdió una y otra vez, acercarnos a la verdad que ya los antiguos conocian, la misma verdad que durante milenios han intentado acallar.
Fuente: Muy Interesante; Pizcas de Jo.
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