miércoles, 18 de diciembre de 2013

LA BATALLA DE TORO...Jo



La batalla de Toro tuvo lugar el 1 de marzo de 1476, en la pradera de Peleagonzalo, a las puertas de Toro. Fue un episodio de escasa relevancia militar e importante repercusión política.



Importancia política.

La batalla de Toro puso fin al intento de Alfonso V de Portugal de ser nombrado Rey de Castilla, y dejó vía libre a la consolidación como reina de Isabel la Católica, esposa de Fernando el Católico, rey de Aragón desde 1479.

En diciembre de 1474 muere Enrique IV de Castilla e inmediatamente Isabel se autoproclama Reina. La princesa Juana “la Beltraneja” también pretende el trono de Castilla, y recibe el apoyo de algunos pocos pero muy importantes nobles castellanos y de Alfonso V de Portugal.
Alfonso V invade España con su ejército en mayo de 1475, se desposa con Juana y se proclaman reyes de España en Plasencia, subiendo a Arévalo y posteriormente a Toro y Zamora.
El enfrentamiento en Toro hace que Alfonso V abandone la lucha por la corona y se vuelva a Portugal. La nobleza castellana rebelde se tiene que someter a Isabel.


Importancia militar.

Los enfrentamientos militares entre los ejércitos portugueses e isabelinos no fueron especialmente fuertes, salvo el de la batalla de Toro.


Durante los diez meses en que estuvo el ejército portugués en España subiendo desde Extremadura hasta Toro, con paradas más prolongadas en Plasencia y Arévalo, sus enfrentamientos con el ejército castellano fueron fundamentalmente de posiciones, de ocupación de plazas estratégicas como Burgos, de amenazar en la retaguardia como en Sevilla, o de ganar posiciones ante la nobleza. Es decir, fue más un juego de estrategia (de ajedrez) que un enfrentamiento con armas. En estos movimientos fue más hábil o afortunado Fernando el Católico que Alfonso V de Portugal.


El penúltimo movimiento del tablero militar fue el sitio de Zamora en el que el castillo y la ciudad estaban en manos portuguesas. El 4 de diciembre de 1975 se levanta la ciudad contra los portugueses y Fernando ocupa la ciudad y sitia al castillo. El 13 de febrero Alfonso V sale de Toro y rodea a Fernando en Zamora. Alfonso de Aragón llega a Zamora de Burgos y rodea a su vez a Alfonso V.


El 1 de marzo se asiste al último movimiento. Alfonso V abandona el sitio de Zamora y se vuelve a Toro (según los portugueses, para evitar que Fernando acuda allí). Le persigue Fernando y ambos ejércitos se encuentran a la entrada de Toro y combaten.
La decisión de combate la tomó Fernando, aun cuando los portugueses no lo querían. La vanguardia de Fernando alcanzó a la retaguardia de los portugueses, mandada por Juan, príncipe heredero de Portugal y le causó daños, y sobre todo le impidió que pudieran atravesar ordenadamente el pequeño puente sobre el río Duero que da acceso a Toro, obligando a los portugueses a darse la vuelta y ponerse en posición de combate.


Los dos ejércitos ocuparon la posición tradicional –en la Edad Media- en el tablero de batalla: el lado portugués tenía un cuerpo central y dos alas. El cuerpo central dirigido por Alfonso V, el ala izquierda con sus aliados castellanos (destacando el marqués de Villena y el arzobispo Carrillo de Toledo), el ala derecha dirigida por su hijo el príncipe Juan.


Fernando el Católico tenía la misma disposición, dirigiendo él el cuerpo central. Su ala derecha con el cardenal Mendoza y el duque de Alba, y su ala izquierda dirigida por Álvaro de Mendoza.


El combate se inicia con el ataque del ala izquierda castellana contra el ala derecha portuguesa, siendo rechazados.


El ataque lo continua el ala derecha castellana con el cardenal Mendoza chillándole traidor al arzobispo Carrillo y siendo también rechazados en principio, pero ayudados en un nuevo envite por el duque de Alba consiguen hacer retroceder al ala izquierda portuguesa y con ella al cuerpo central, por lo que Alfonso V atraviesa el río y abandona el combate.


El ala derecha portuguesa es la que más aguanta y consigue evitar una derrota en toda regla. Acabado el combate Fernando el Católico se da la vuelta y se vuelve a Zamora, comunicando su victoria. Ello no es óbice a que más tarde el príncipe Juan comunicara a los portugueses que la victoria había sido suya.



Sea la victoria de las armas de uno o del otro, la partida había terminado con triunfo 
castellano pues Alfonso V no volvió a plantar batalla y en junio se vuelve definitivamente a Portugal.

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