viernes, 24 de agosto de 2012

DESASTRE EN FUERTE NAVIDAD...Post Jo

En la noche del 27 de noviembre las naves castellanas fondearon frente al lugar donde habí­an construido el fuerte casi un año antes. La oscuridad imposibilitaba ver si habí­a bajos o elementos peligrosos en el agua por lo que optaron por esperar al dí­a siguiente para acercarse más a la costa y desembarcar ya con la luz del dí­a. No vieron ningún movimiento ni luces en tierra, incluso dispararon sus lombardas y no obtuvieron respuesta alguna. Antes de arribar a la zona, concretamente en el puerto de MonteCristo, vieron dos cadáveres flotando en el agua, parecí­an un joven y un adulto pero no pudieron averiguar si eran cristianos o nativos por su avanzado estado de descomposición. A las pocas horas encontraron otros dos cadáveres siendo uno de ellos barbudo, lo cual era indicio de que seguramente fueran españoles, los nativos americanos eran imberbes. Los peores augurios se batieron sobre la expedición.

fuerteNavidad


Al dí­a siguiente desembarcaron varios marineros y se encontraron el fuerte reducido a cenizas y todo desperdigado y roto por alrededor, pero de los españoles del fuerte no vieron a ninguno, ni vivo ni muerto, ¿dónde estaban?.

Estos marineros fueron a informar a Colón de la situación y éste no bajó a comprobarlo hasta el dí­a siguiente. Hizo una ronda alrededor de la zona buscando indios que le pudiesen explicar lo acontecido pero todos huí­an hacia la selva.  Frustrado regresó a la nao Marigalante. Más tarde llegó a las naves una canoa de indios de Guacanagarí­ que le explicaron que el cacique no podí­a ir a visitarle porque se encontraba herido y le invitaba a él a visitarle cerca de su poblado.

Colón acudió a la cita ansioso por saber qué habí­a ocurrido y se encontró al cacique recostado en una camilla con una pierna vendada. Explicó que en la lucha por defender el fuerte Navidad resultó herido. El médico de la expedición D. Diego ílvarez de Chanca se ofreció a ayudarle y le examinó, pero no observó ninguna herida. Podrí­a parecer que estuviese fingiendo pero el daño podrí­a ser interno, aunque algunos sospecharon.

El cacique les contó que Caonabo, uno de los caciques más poderosos de la isla y de origen caribe, celoso del poder de los invasores, observó que el grupo dejado en el fuerte se dividió en dos por disensiones entre ellos provocadas por el oro y las mujeres. Uno de estos grupos decidió abandonar el fuerte e internarse en la isla en donde fue fácilmente cazado por los guerreros de Caonabo. Inmediatamente éstos se dirigieron al fuerte a finiquitar la tarea y terminar con los restantes marineros que allí­ permanecí­an junto a Diego de Arana. Objetivo alcanzado a pesar del apoyo prestado por Guacanagarí­ a los cristianos, cuyo poblado también fue arrasado y quemado, como bien pudo comprobar Colón al visitarlo disipando las pocas dudas que pudiese tener sobre la lealtad del cacique taí­no.

Volvieron al fuerte y el almirante quiso comprobar si los marineros asesinados habí­an cumplido la orden de ir guardando el oro que encontrasen en un pozo escarbado en el fuerte a tal efecto. Cavaron hasta llegar al fondo y no encontraron nada.

Estos hechos fueron un duro golpe para Colón ya que tení­a fundadas esperanzas de que aquellos 39 marineros dejados en el fuerte hubiesen avanzado en la exploración de la zona y realizado importantes hallazgos. Sin embargo aquello se convirtió en un fracaso frente a los castellanos y los reyes. Su prestigio comenzó a palidecer.

Ante el evidente peligro de que Caonabo volviese  a atacar la zona decidieron buscar un emplazamiento más seguro hacia el este y allí­ fundar la primera ciudad española en el Nuevo Mundo: La Isabela.

FUENTE: historia del Nuevo Mundo

No hay comentarios:

Publicar un comentario