Idi Amin decidió implantar en Uganda un régimen que combinara los principios del sagrado Corán con una visión izquierdista y profundamente antioccidental.
El resultado fue la creación de una de las peores dictaduras del siglo XX, en la que, paradójicamente, sus propias esposas experimentaron sufrimientos reales que dejaron de manifiesto que, en ocasiones, las primeras víctimas d
e un tirano son las mujeres que se encuentran cerca de él y sus propios descendientes.
Uganda era aún colonia británica cuando un oficial blanco descubrió que uno de sus soldados había alojado a dos mujeres en su acuartelamiento.
Como el reglamento sólo permitía tener una esposa, el oficial inquirió a su subordinado sobre las causas de aquella irregularidad. La respuesta fue indicar que no había quebrantado ninguna norma porque si la primera era su mujer legal, la segunda era su dada, es decir, su hermana mayor en lengua suajili. Fue así como aquel personaje recibió el apodo de Dada, que unió a su nombre de Idi Amin.
Nacido en Koboko (1925), en una familia musulmana de la tribu kakwa, la vida de Amin iba a girar en torno a los extremos que aparecen dibujados en la anécdota anterior: la violencia, la manipulación de la verdad y el sexo promiscuo. En 1946, se alistó en los Rifles africanos del Rey, una unidad colonial del ejército británico cuyo cuartel se hallaba en Langata, cerca de Nairobi. La elevada estatura de Amin (casi 1,90 metros) y su corpulencia le hicieron destacar entre los demás reclutas. Al servicio de los británicos en Somalia, norte de Uganda y Kenia, Amin demostró ser un soldado despiadado muy útil para intervenir en conflictos como la represión de la revuelta de los Mau-Mau. Pero no brillaba por su inteligencia y durante los años 50 fue la razón de que no pudiera pasar el examen para ascender a sargento.
En esa época, sus superiores británicos estuvieron a punto de llevarle ante un consejo de guerra por las atrocidades que había cometido acostumbraba a introducir pañuelos en las gargantas de los detenidos o a amenazarles con la amputación del pene, aunque el proceso de descolonización lo impidió.
Motines
La independencia de Uganda facilitó su ascenso. De la noche a la mañana se convirtió en mayor de un ejército ugandés formado por un millar de soldados y una treintena de oficiales británicos. En 1964, se produjo una revuelta en Zanzíbar que causó motines en los ejércitos keniano, tanzano y ugandés. Amin exigió la salida de los oficiales británicos y la subida de sueldo de los militares.
El Gobierno de Uganda, presidido por Milton Obote, aceptó las peticiones y ascendió a Amin al grado de teniente coronel. Dos años después, Amin agradeció a Obote el ascenso provocando la caída de la monarquía constitucional ugandesa. La relación, en apariencia buena, ya que Amin se convirtió en comandante en jefe práctico del Ejército, llegó a su fin, cuando derrocó, en enero de 1971, a Obote. Lo que se inició entonces fue una de las dictaduras más espeluznantes del siglo XX.
Por esa época, Idi Amin había tenido, al menos, cuatro esposas, aunque la cantidad real de mujeres siempre fue silenciada por los organismos oficiales ugandeses. Su primera esposa, Kay, fue repudiada para dejar lugar a Marina, su cuarta mujer. Con Sarah la segunda y a la que renombró Mama Mariam contrajo matrimonio en 1961, tras convivir con ella una semana. Después, llegó Nora. Pero de todas se divorció.
Torturas
Ese final no era el peor que podía acontecerle a cualquiera de las esposas de Amin. En agosto de 1974, Kay fue repudiada, pero ese paso legal no significó el final de sus desgracias. Poco después fue encontrada muerta y desmembrada en el interior de un automóvil. Al parecer, el cadáver había sido previamente introducido en el garaje de un médico para culparle del asesinato. El galeno, temiendo la tortura y la muerte, decidió suicidarse tras quitarles la vida a sus dos hijos.
En 1974, Mama Mariam sufrió un accidente automovilístico. Durante su convalecencia en el hospital, fue visitada por Idi Amin que la reprendió amargamente, achacando el incidente a su vida irresponsable. Ella estaba convencida de que los hombres de Amin habían intentado asesinarla y sabía que la próxima vez no sería tan afortunada. Huyó del país un paso que la salvó de la muerte y se reunió con su hermano Wanume Kibedi, un antiguo ministro de Asuntos Exteriores refugiado en Londres.
Nora, la tercera esposa, fue también repudiada, pero nunca se ha vuelto a saber de ella. Marina, la cuarta, fue objeto de repetidos maltratos por parte del dictador africano. En febrero de 1975, por ejemplo, a causa de una de estas palizas sufrió una fractura de mandíbula. Cinco meses después, Amin tomó una quinta esposa de 19 años, también llamada Sarah.
Sus esposas no fueron las únicas mujeres a las que Amin trató de manera innoble. Una de las maniobras más sucias del régimen fue la de propalar el rumor de que la princesa Elizabeth Bagaya, una diplomática excepcional, había sido sorprendida en el aeropuerto de Orly (Francia) manteniendo relaciones sexuales con "un europeo desconocido". Fue obligada a regresar a Uganda y encarcelada.
Vástagos
No fue mejor la situación de sus hijos. Tras jactarse de su número de descendientes lo que creía muestra de su virilidad, no parece haber mostrado un especial cariño hacia ellos. Incluso, la costumbre de llevar siempre consigo a uno de sus vástagos más pequeños obedecía a razones prácticas: una hechicera le había advertido de que corría el riesgo de ser asesinado si no lo hacía.
En 1973, Amin implantó la poligamia, a la vez que desataba una campaña directa contra los cristianos del país. Pese a todo, durante algún tiempo fue considerado "políticamente correcto". Su fraseología era izquierdista, se presentaba como un enemigo de Estados Unidos y de Israel y atacaba el colonialismo. No resulta extraño que a inicios de los 70 se le definiera como un "héroe " y que gozara del apoyo de los países árabes y buena parte de los africanos.
En realidad, no pasaba de ser un genocida a imagen y semejanza de Adolf Hitler, uno de sus ídolos reconocidos. Por ejemplo, en 1972, expulsó del país a 70.000 asiáticos. Al año siguiente, mientras colaboraba con el ataque árabe contra Israel en la guerra del Yom Kippur, decretó diversas medidas de carácter antisemita y al menos 300.000 ugandeses fueron asesinados por las fuerzas de Idi Amin.
El país entró en una crisis económica, que no pudieron evitar los petrodólares de las naciones árabes amigas del dictador. En 1979 fue derrocado por una fuerza de invasión procedente de Tanzania, apoyada por disidentes ugandeses.
Consciente de su fracaso, abandonó el país y encontró un refugio dorado en Arabia Saudí, una suerte de la que no pudieron disfrutar sus centenares de miles de víctimas.
Fuente: El mundo.es
Uganda era aún colonia británica cuando un oficial blanco descubrió que uno de sus soldados había alojado a dos mujeres en su acuartelamiento.
Como el reglamento sólo permitía tener una esposa, el oficial inquirió a su subordinado sobre las causas de aquella irregularidad. La respuesta fue indicar que no había quebrantado ninguna norma porque si la primera era su mujer legal, la segunda era su dada, es decir, su hermana mayor en lengua suajili. Fue así como aquel personaje recibió el apodo de Dada, que unió a su nombre de Idi Amin.
Nacido en Koboko (1925), en una familia musulmana de la tribu kakwa, la vida de Amin iba a girar en torno a los extremos que aparecen dibujados en la anécdota anterior: la violencia, la manipulación de la verdad y el sexo promiscuo. En 1946, se alistó en los Rifles africanos del Rey, una unidad colonial del ejército británico cuyo cuartel se hallaba en Langata, cerca de Nairobi. La elevada estatura de Amin (casi 1,90 metros) y su corpulencia le hicieron destacar entre los demás reclutas. Al servicio de los británicos en Somalia, norte de Uganda y Kenia, Amin demostró ser un soldado despiadado muy útil para intervenir en conflictos como la represión de la revuelta de los Mau-Mau. Pero no brillaba por su inteligencia y durante los años 50 fue la razón de que no pudiera pasar el examen para ascender a sargento.
En esa época, sus superiores británicos estuvieron a punto de llevarle ante un consejo de guerra por las atrocidades que había cometido acostumbraba a introducir pañuelos en las gargantas de los detenidos o a amenazarles con la amputación del pene, aunque el proceso de descolonización lo impidió.
Motines
La independencia de Uganda facilitó su ascenso. De la noche a la mañana se convirtió en mayor de un ejército ugandés formado por un millar de soldados y una treintena de oficiales británicos. En 1964, se produjo una revuelta en Zanzíbar que causó motines en los ejércitos keniano, tanzano y ugandés. Amin exigió la salida de los oficiales británicos y la subida de sueldo de los militares.
El Gobierno de Uganda, presidido por Milton Obote, aceptó las peticiones y ascendió a Amin al grado de teniente coronel. Dos años después, Amin agradeció a Obote el ascenso provocando la caída de la monarquía constitucional ugandesa. La relación, en apariencia buena, ya que Amin se convirtió en comandante en jefe práctico del Ejército, llegó a su fin, cuando derrocó, en enero de 1971, a Obote. Lo que se inició entonces fue una de las dictaduras más espeluznantes del siglo XX.
Por esa época, Idi Amin había tenido, al menos, cuatro esposas, aunque la cantidad real de mujeres siempre fue silenciada por los organismos oficiales ugandeses. Su primera esposa, Kay, fue repudiada para dejar lugar a Marina, su cuarta mujer. Con Sarah la segunda y a la que renombró Mama Mariam contrajo matrimonio en 1961, tras convivir con ella una semana. Después, llegó Nora. Pero de todas se divorció.
Torturas
Ese final no era el peor que podía acontecerle a cualquiera de las esposas de Amin. En agosto de 1974, Kay fue repudiada, pero ese paso legal no significó el final de sus desgracias. Poco después fue encontrada muerta y desmembrada en el interior de un automóvil. Al parecer, el cadáver había sido previamente introducido en el garaje de un médico para culparle del asesinato. El galeno, temiendo la tortura y la muerte, decidió suicidarse tras quitarles la vida a sus dos hijos.
En 1974, Mama Mariam sufrió un accidente automovilístico. Durante su convalecencia en el hospital, fue visitada por Idi Amin que la reprendió amargamente, achacando el incidente a su vida irresponsable. Ella estaba convencida de que los hombres de Amin habían intentado asesinarla y sabía que la próxima vez no sería tan afortunada. Huyó del país un paso que la salvó de la muerte y se reunió con su hermano Wanume Kibedi, un antiguo ministro de Asuntos Exteriores refugiado en Londres.
Nora, la tercera esposa, fue también repudiada, pero nunca se ha vuelto a saber de ella. Marina, la cuarta, fue objeto de repetidos maltratos por parte del dictador africano. En febrero de 1975, por ejemplo, a causa de una de estas palizas sufrió una fractura de mandíbula. Cinco meses después, Amin tomó una quinta esposa de 19 años, también llamada Sarah.
Sus esposas no fueron las únicas mujeres a las que Amin trató de manera innoble. Una de las maniobras más sucias del régimen fue la de propalar el rumor de que la princesa Elizabeth Bagaya, una diplomática excepcional, había sido sorprendida en el aeropuerto de Orly (Francia) manteniendo relaciones sexuales con "un europeo desconocido". Fue obligada a regresar a Uganda y encarcelada.
Vástagos
No fue mejor la situación de sus hijos. Tras jactarse de su número de descendientes lo que creía muestra de su virilidad, no parece haber mostrado un especial cariño hacia ellos. Incluso, la costumbre de llevar siempre consigo a uno de sus vástagos más pequeños obedecía a razones prácticas: una hechicera le había advertido de que corría el riesgo de ser asesinado si no lo hacía.
En 1973, Amin implantó la poligamia, a la vez que desataba una campaña directa contra los cristianos del país. Pese a todo, durante algún tiempo fue considerado "políticamente correcto". Su fraseología era izquierdista, se presentaba como un enemigo de Estados Unidos y de Israel y atacaba el colonialismo. No resulta extraño que a inicios de los 70 se le definiera como un "héroe " y que gozara del apoyo de los países árabes y buena parte de los africanos.
En realidad, no pasaba de ser un genocida a imagen y semejanza de Adolf Hitler, uno de sus ídolos reconocidos. Por ejemplo, en 1972, expulsó del país a 70.000 asiáticos. Al año siguiente, mientras colaboraba con el ataque árabe contra Israel en la guerra del Yom Kippur, decretó diversas medidas de carácter antisemita y al menos 300.000 ugandeses fueron asesinados por las fuerzas de Idi Amin.
El país entró en una crisis económica, que no pudieron evitar los petrodólares de las naciones árabes amigas del dictador. En 1979 fue derrocado por una fuerza de invasión procedente de Tanzania, apoyada por disidentes ugandeses.
Consciente de su fracaso, abandonó el país y encontró un refugio dorado en Arabia Saudí, una suerte de la que no pudieron disfrutar sus centenares de miles de víctimas.
Fuente: El mundo.es
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